martes, 29 de marzo de 2011

Pensando en el "Tomahawk"

Plaza madrileña acondicionada para recibir "tomahawks",
Dios quiera que nunca hagan falta


Ignacio Ruiz Quintano

Abc

Madrid, si te gusta comer, es una ciudad cara. Probablemente, la ciudad más cara de España (lo de fuera tampoco es comer). En Madrid, al entrar en muchos establecimientos de comidas, los sirvientes no te ven como a un cliente, sino como a una hucha cuyo tamaño les da una idea de las monedas a extraer. En general, la hostelería contemporánea se gasta en cocineros lo mismo que un ruso antiguo en catecismos. La justificación es que hay crisis y cualquiera sabe freír unos huevos. Así que la crisis nos ha quitado el papeo como el alcalde nos ha quitado el paseo. Sin paseo y sin papeo, Madrid es una ciudad hostil al espíritu liberal, que necesita de alegría. El nuevo horario sienta como una colleja al ardor primaveral, otra victoria del señor Buqueras y Bach, martillo del trasnoche urbano. El urbanismo municipal ha transformado todas las plazas íntimas en solares tremendos. Supongo que tienen su explicación: si un día nos quedáramos sin democracia, los «tomahawk» que dispararían nuestros vecinos para recuperárnosla caerían en esas explanadas y se evitarían mayores daños (colaterales).

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