lunes, 2 de octubre de 2017

Una obra maestra



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La derecha política de la nación más vieja de Occidente saca un video para decir que España es… ¡el gol de Iniesta!

En España no hay hoy una sola persona relevante que sepa definir el concepto de “nación política”, y si la derecha española saca el video es por contrarrestar la propaganda que en la TV de Madrid un tal Ferreras, el Bannon de Flóper (que es como decir de la Casa Blanca), hace de la sedición en Cataluña, la misma por la que lucha el esposo de Sakyra, y defensa central del Combinado Autonómico, Piqué, hombre de confianza de Lopetegui, el encargado del chiringuito de la Federación de Villar.


Vivimos, pues, donde la confusión, según Shakespeare, ha hecho su obra maestra.

El Premio Cojones de Hierro A La Pose Deportiva Más Rebelde (PCH) no es privativo de España: también se juega en América, donde el esnobismo liberal del Obamato hace que algunas estrellas de color de la Liga de Fútbol jueguen a protestar contra el ¿racismo? protagonizando faltas de respeto al Himno o a la Bandera. El presidente Trump, dirigiéndose en un mitin a los propietarios de los equipos, y tras visitar a los mutilados de las guerras del imperio en Oriente, dijo: “¡Saquen a esos hijos de p… del campo ahora mismo!” Y las estrellas aspirantes al PCH se han sentido ofendidas como marquesonas de Serafín.


Si gastas el 17 de cuello y dejas caer un poco los hombros, el cuello destaca como el de una cobra. Y si eres de piel oscura como yo y llevas siempre camisa blanca como yo, ¡ya lo creo que se vuelven para fijarse en ti! No soy conocido como para entrar en un restaurante de Nueva York y que la gente diga “Aquél es Willie Hammer”, pero cuando los blancos me miran, leo en sus caras que están pensando “Ese negro tiene algo, me gustaría saber quién es”.
Así pensaba el beisbolista de Tom Wolf en “El spot”. Y pensaba así porque… “¿sabe lo que se siente cuando estás en la mesa y te dejan de lado en la conversación, y esperas que surja algo, algún tema sobre el cual poseas una pizca de información, algo que puedas aportar a la tertulia, aunque sólo sea para que no crean que eres un memo?”

Tampoco es que esto vaya de negros y futbolistas, sino de narcisos. Paul Auster es blanco y novelista, y gana tanto dinero que hasta podría pagar a un “negro” para que escribiera por él, pero, para desgracia de la literatura, no lo hace, y para promocionar su nueva novela vino a España a darnos su opinión política. En la época de Shakespeare, si un escritor quería dar su opinión política escribía “El Rey Lear”. Hoy es más aplaudido sólo con que iguale la grosería de un frutero, que es lo que hizo Auster al decir “Trump es un psicópata”, como manda el mercado, de cuyo líquido azucarado, el dinero, viven novelistas y futbolistas.
En América, Auster y LeBron se ven capaces de construir un orden superior al ideado por los Padres Fundadores, que tuvieron la obsesión de la libertad en la estabilidad, y para demostrarlo, en vez de proponer una Enmienda constitucional, hacen mofas del Himno y befas del Presidente, que da más puntos. La Constitución salvará a los dos.
En España la situación es más grave: un Estado parasitado por partidos está abocado al mismo final que la vaquilla de Berlanga. Aunque, bien mirado, no es un problema, por la sencilla razón de que no tiene solución.




PIQUÉ Y LOPETEGUI

Un jugador del Combinado Autonómico, Piqué, llama a la sedición en Cataluña y el seleccionador, Lopetegui, nombrado por un presidente, Villar, que ha acabado en la cárcel por actuaciones en su cargo, lo convoca para seguir como si no hubiera pasado nada. “No les demos ninguna excusa, es lo que quieren”, explicaba el jugador en su arenga tuitera contra el orden constitucional de España. Lopetegui y Piqué son dos caraduras que quieren ir al Mundial de Rusia, y la única forma que tienen de hacerlo pasa… por esa España que, en el mejor de los casos, “se la suda”, pero que, como decía Bernabéu, es como un bote lleno de agujeritosen el que Piqué y Lopetegui meten la pajita para sorber. “Chupan y chupan y no se cansan de chupar”. Que se lo consientan ya sólo es otra prueba de la corrupción moral de una nación perdida.

El 78