viernes, 8 de septiembre de 2017

Metástasis de tontuna

 Cerraduras de España

¿Que fue de aquel camino airoso que unió el Cantábrico con el Mediterráneo?


Francisco Javier Gómez Izquierdo

      8 de septiembre. Día de vírgenes en España. En Córdoba, la de la  Fuensanta. Gran Dama que dio nombre a un barrio en el que dos cuadrillas han ido imponiendo durante el último quinquenio sus odios a Dios y a todas las gentes de fe con la inestimable colaboración y regocijo de la alcaldía de la ciudad. ¡Cuánto orgullo "concejalí" al escuchar ayer la voz de un pregonero de la "panda" santificando solemnemente y a voces el caimán disecado en la pared del santuario! Leo que el hombre es un profesor de derecho civil y firme partidario de la Alianza de Civilizaciones. ¿Qué otra cosa podía ser semejante autoridad científica? Y noto, por sus entusiasmadas palabras, que  disfrutó como burro en berzal ningunenado e ignorando a la Señora de la Fuensanta, pero elevó a sus excelencias municipales un canto a la ocupación de viviendas, como comportamiento justo y necesario. Con personajes como el pregonero no me extrañaría que de aquí a diez años saquen en procesión al caimán y conviertan el santuario en una mezquita, mucho más atractivo su culto y sus fieles para el insigne vocero que ayer tuvo a bien insultar a miles de personas decentes: a trabajadores que pagan impuestos para que ciertos profesores maleduquen y a todas las personas que aprendieron lecciones mucho más edificantes que las de la nueva fauna educativa. 
    
Con el pregonero de la Fuensanta intentando apartar de Dios y la Virgen a los cordobeses a la busca de un califato mahometano y con el Desgobierno catalán aplicado en apartar Cataluña de España con una irracionalidad digna de ser encerrada bajo siete mil llaves, ataco septiembre convencido de que estamos rodeados de tontos incapaces de descansar. ¡Curiosa la imagen de las vías del tren televisada por los secesionistas! La veo cuatro días después de mi paseo en la Demanda hasta el puente de Hierro. Un puente de recia sonoridad  que soportaba el paso del tren y bajo el que pescábamos cangrejos que sabían a cangrejos. Un puente al que han arrancado los raíles y que parece decapitado y sin fundamento. Un puente inútil al que nadie hace caso y por el que nadie pasa excepto cuatro extraviados nostálgicos. ¿Nadie? Estoy por volver a la Demanda el 1 de octubre y sentarme en el puente de Hierro a verlas venir.