domingo, 30 de abril de 2017

Empate a uno ante el Mirandés

Urko Vera ficha en enero del año por Osasuna

Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Paco Jémez y M. Ángel Portugal nos acostumbraron a perder en el minuto 93 y hasta en el 98 por la manía que tenían a los defensas propios, a los que desprotegían como si quisieran desheredarlos. Los cordobesistas aprendimos a temer los últimos minutos con la  misma intensidad con la que los bendice el madridismo a pesar del último quebranto y hoy ante el Mirandés añadimos otra estación dolorosa a nuestro particular calvario.

      A diferencia de los tiempos de Paco sobre todo, la angustia de los finales de partido no nos invade porque el equipo deje abandonado a nuestro portero y los defensas quieran marcar goles. Ahora todo el equipo se mete en el área y deja venir al rival sin el mínimo estorbo hasta el borde del área donde se hacen faltas innecesarias como si fuéramos reclutas y donde  nuestros jugadores cometen despropósito tras despropósito en forma de despejes al tuntún o ataques de inmovilidad. El empate del Mirandés en el minuto 94 no sirve de nada a mis paisanos, sentenciados desde el día que se despidió a Terrazas más que por la escandalosa falta de calidad de sus futbolistas, y al Córdoba, mi equipo, le puede -nos puede- hundir en la miseria de  2ªB.
    
Lo veíamos todos. Con el 1-0, marcado a la hora justa de Caro en un rebote sin querer y sin ver al balón, el equipo se echó atrás. El entrenador Carrión quitó a los tres mejores del partido: Ríos cansado, Aguza por amenaza de expulsión y Markovic también por físico. Más cansado que Ríos y Markovic estaba Javi Lara; Rodri estropeaba todas las jugada de ataque en un día ridículo y... me molesta reconocer que Aguza es imprescindible. Se fue el mediocentro y se acabó el Córdoba. Pablo Alfaro, 4º entrenador del Mirandés en la temporada y que recordarán como central repartidor de cera como si fuera nazareno en Semana Santa, sacó a Urko Vera, un delantero con aspecto de leñador y al que los mirandeses idolatran. Tuvo un gol a un metro de la portería, pero su torpeza natural mandó el balón a no sé dónde porque ya todos nos tapábamos los ojos; al minuto Guarrotxena lanzó un balón al palo y por fín, en el minuto 94, Edu Ramos puso las manos en posición jotera al borde del área y el árbitro no tuvo mas remedio que pitar. Urko Vera, al que se le quiere por ser capaz de rematar con la cabeza un yunque, le vino un regalo a la frente y absolutamente solo empujó el empate a la red de fondo norte.  Se sacó de centro con  los “rojillos” en posición de esprintar hacia nuestro portero polaco, pero el árbitro no dejó tocar al Córdoba más que una vez. Final y contemplar cómo queda el panorama.
     
Para mí que el Almería se salva. Tiene el calendario  muy favorable. Creo que Mirandés, Alcorcón y Mallorca (estoy viendo el partido y ¡madre mía! gana 1-3 en Sevilla, seguro que espoleado con nuestro empate) son los favoritos al descenso. El cuarto va a estar entre Elche, al equipo que veo más nervioso e inseguro, el Nástic al que le falta calidad y orden defensivo, la UCAM, un milagro trabajado con mucho sudor y compromiso, el Reus que le puede venir larga la Liga y nosotros. Si hubiéramos ganado al Mirandés, se habría aclarado el futuro y nos hubiéramos inyectado confianza, pero el empate, empatar hoy es perder, nos va a hacer muchísimo daño. Esperemos que se quede en un susto y no nos condene al infierno.

A vueltas con la Segunda Vuelta (El penúltimo fracaso de la “Ideología francesa”)

 Camille Desmoulins (1760-1794)

Jean Palette-Cazajus

No es cuestión de iniciar aquí un grueso volumen de filosofía política y nos contentaremos con definiciones someras. Entendemos por “Ideología francesa” los principios recogidos en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 tal y como fueron conceptualizados, asumidos y reinterpretados por los sucesivos regímenes republicanos. Los caracteriza la dimensión abstracta y la pretensión universalista. Muchos politólogos han usado la expresión pero quien mejor la delimitó fue el etnólogo Louis Dumont. Supo situarla en un marco comparativo que resaltaba sus peculiaridades y permitía contrastarla con otra ideología construida sobre fundamentos y valores antitéticos.

Para Dumont, el contrario de la “Ideología francesa” fue la “Ideología alemana”, libro publicado en 1991, que retomaba un famoso título de los jóvenes Marx y Engels, en 1846. La ideología alemana, sostiene Dumont, se construye a partir de finales del siglo XVIII contra la “ideología francesa”. Ésta se apoya sobre la racionalidad crítica, el universalismo de los valores y los principios de libertad e igualdad del sujeto individual. La “ideología alemana”, a partir de Johann Gottfried Von Herder (1744-1803) y hasta 1945, se construye sobre una base étnica y cultural y subordina el individuo a la cohesión del grupo encarnada de forma casi mecánica por un estado autoritario. La ideología francesa no busca pues sus valores en la historia y el acervo de la cultura histórica francesa sino en la claridad conceptual de unos pocos principios de actuación política. La conflictiva articulación de la “ideología francesa” con la cultura histórica plantea efectivamente otra cuestión, compleja y contradictoria. La ilustra hoy el drama de esta segunda vuelta que trastoca los papeles y las divisorias tradicionales y difumina  los referentes de la identidad y la conciencia francesa.

El verdadero Mélenchon

La mejor definición de la “ideología francesa” nos la proporciona una conocida frase de Camille Desmoulins (1760-1794), destacado protagonista de la Revolución: “El verdadero patriota no conoce a las personas, sólo conoce los principios”. El destino de Camille Desmoulins ejemplificó el fallo fundamental de tan rotunda definición, el que la aqueja hasta hoy. Los principios no existen fuera de las personas que los interpretan y los ponen en práctica. Camille Desmoulins terminó compadeciendo las personas que padecían el rigor de los principios. Se inclinó a favor de la facción conocida como “Indulgentes”. Fue guillotinado el 5 de abril de 1794, en la misma carretada que su amigo Danton, por voluntad de quien compartía tan drástica definición pero nunca se desvió de ella, hablo de Robespierre, otro íntimo amigo suyo.

La percepción de la realidad histórica de la Revolución fue radicalmente pervertida a lo largo del siglo XX por una línea de interpretación “jacobino-marxista”, la de historiadores como Albert Mathiez, Albert Soboul o Michel Vovelle, que consiguió, a través de la escuela pública, instilar en las mentes de varias generaciones la idea de que todas las “revoluciones” posteriores, empezando con la soviética sólo eran prolongaciones de la “Gan Revolución” en una larga cadena de causalidad emancipadora. Hoy por hoy, los portadores de la “ideología francesa” en su versión más integrista hay que buscarlos en los herederos de esta tradición “jacobino-marxista” o poscomunista. Quienes mejor la encarnaron en la pasada primera vuelta de la elección presidencial fueron los seguidores de Jean-Luc Mélenchon y su “Francia insumisa”.

 Pareja de sans-culottes

 Este preámbulo resulta largo y no obstante sólo ha podido condensar hasta la caricatura la complejidad de las ideas históricas que están en juego. Pero sólo desde esta perspectiva cabe interpretar la escandalosa actitud del grandilocuente líder de la izquierda poscomunista negándose a dar consignas de voto en la perspectiva de la segunda vuelta. Actitud secundada por buena parte de sus seguidores sobre la base de frases sacadas del más pétreo repertorio totalitario. Para muestra, un botón: “Entre la peste fascista y el cólera del capitalismo salvaje no cabe elegir”. Tras meses de lirismo, de patriotismo y de promesas, Melenchon ha recuperado el ceño fruncido, el que lo caracteriza de verdad. Si la guillotina siguiera instalada en la plaza de la Concordia, el 80,42% de los franceses, tendría que preocuparse por su cabeza. Del 19,58% que lo votaron, una buena mitad procede del Partido Socialista, asqueada por la grisalla de su candidato oficial pero más bien reservada sobre los ambiciosos proyectos de “la Francia insumisa”.

Dicen las encuestas que el 30% de los jóvenes de 18 a 24 años han votado a Melenchon, un 20% a Marine Le Pen y un 18% a Emmanuel Macron. Son pues jóvenes que han nacido entre 1993 y 1999. No llegaron a conocer la Unión Soviética. Dado el catastrófico nivel de sus conocimientos históricos, es muy posible que muchos ni siquiera sepan de su pasada existencia y no digamos de la magnitud de su sistema criminal y embrutecedor. El nivel educativo del electorado de Mélenchon era, por lo visto, netamente más elevado que el de Marine Le Pen. Mélenchon era el candidato de los “bobós” y de lo que queda de la intelectualidad germanopratense. Tal electorado educado dio su voto a un programa inaplicable en el contexto europeo actual sin provocar cataclismos en el tejido social y económico. Tal electorado educado no ha reparado en que el acceso de su candidato a la segunda vuelta hubiese propiciado la victoria cantada de Marine Le Pen. Tal electorado educado parece seguir pensando que “el verdadero patriota no conoce a las personas, sólo conoce los principios”.

Pero la realidad es que la mayoría de esta gente no constituye un ejército trasnochado de “sans-culottes”. Salvo en la proclamación de los principios, no hay en ellos la menor preocupación real por el bienestar de la colectividad. Muy actuales, muy autistas, son el resultado del desastroso mito posmoderno de la autenticidad, la “eigentlichkeit” habría dicho Heidegger. Como en el caso de las casas rurales “auténticas”, de los productos artesanales “auténticos”, de los pueblos auténticos, se trata de una impostura nostálgica aplicada en este caso a la complacida visión que el individuo tiene de sí mismo, de su sinceridad, de su pureza ideológica y ética. El individuo posmoderno y auténtico cuida de su imagen, del diseño personalizado que presenta a sí mismo y a los demás actores del teatro cotidiano. Sólo es capaz de pensarse en tanto que “actitud”. en el escaparate social, donde él es un figurín con modelito propio. En cuanto a la pureza química de los principios de la “Ideología francesa”, aprovechará para mantenerse, como siempre, impertérrita frente a todos los desmentidos y los fracasos de la experiencia histórica.

 Robespierre, marcado de viruelas. Reconstrucción de paleontología facial

El verdadero ejército de los “sans-culottes” lo constituyen los batallones de “Marine”. Casi el 40% de los obreros le votó en la primera vuelta. Un porcentaje muy superior al que obtenía el Partido Comunista en sus mejores tiempos. Tal vez convenga recordar que la primera “Comuna de París”  fue la llamada “Comuna insurreccional”, dueña de la calle entre 1789 y 1794. Con sus pantalones de raya (las “culottes”, las calzas, eran señas de aristócratas), con sus zuecos de madera, tocados con el gorro frigio, los sans-culottes, ellas y ellos, formaban las secciones de piqueros que dictaron el curso de la Revolución hasta Thermidor. Entonces, empobrecidos, desengañados de los principios y del “sistema” -o sea exactamente como hoy- desistieron de movilizarse para salvar a Robespierre. El ejército marinista sigue portador de buena parte de la “ideología francesa”, soberanismo, creencia en el patriotismo económico, obsesión por el igualitarismo y odio por los pudientes y la corrupción. No creo que el voto marinista identificable con la extrema derecha tradicional pase del 15% de su electorado. En cuanto al personaje, más complejo de lo que parece, frágil anímicamente, propenso al desaliento dicen quienes la conocen, se ha dejado embriagar por su nuevo estatuto de icono populista y se considera como la nueva Evita de los descamisados. Hoy podemos decir que se ha autoproclamado candidata de la “verdadera izquierda patriota”.

Todo retrato es el retrato de algo hecho por alguien. En este caso, este alguien es un servidor. Es innegable que el que suscribe es un puro producto de la “ideología francesa”. Matizado por muchas más cosas que resumiré con un hermoso concepto heredado de la “ideología alemana” el de la “stimmung”, intraducible palabra que habla de resonancia, de concordancia, de vibración y tonalidad de los seres y las cosas, algo que me inmuniza contra las consecuencias catastróficas de los conceptos esqueléticos. Entre las cosas que  intenté explicar en “Agnus Dei qui tollis…” estaba mi absoluta seguridad de que la imparable inmigración comunitarista y oscurantista tiene sentenciada a breve plazo la posibilidad de autoperpetuación de las viejas naciones europeas. Se habrá entendido que mi postura no estaba basada ni en un rechazo irracional de la alteridad ni en un arcaico racismo biológico. Marine Le Pen es la única que se ha atrevido a plantear brutalmente el problema. No me consuelan sus palabras pero me abruma el silencio cobarde de los demás candidatos.

 Marine Le Pen con Putin, hace unas semanas

 Nunca votaré a Marine Le Pen. Formo parte de los muchos que consideramos que es la representante de la “anti Francia”. Quienes hoy se definen como conservadores, y yo -también, pero no solamente- me considero uno de ellos, son tan herederos de la Revolución francesa como quienes creen poder perpetuarla en su modo insurreccional. Otra forma de conservatismo pero infinitamente más peligrosa. Sólo hubo una revolución en la historia, la francesa. Porque las revoluciones ni se repiten ni se programan. Quienes lo intentaron siempre produjeron catástrofes. La Revolución francesa no fue política sino antropológica. Acabó con un concepto, el de los tres órdenes de la sociedad, que rigió las sociedades indoeuropeas durante cerca de 5000 años. No existe la más remota posibilidad de regresar a ese mundo. El horror de los totalitarismos consistió precisamente en el intento de imponer a los individuos modernos el retorno a organizaciones sociales arcaicas y orgánicas. Cuando se consiguió, fue siempre provisional y siempre sobre montañas de cadáveres.

Marine Le Pen es heredera de los “anti Lumières”, de la necesaria superioridad del principio de Autoridad sobre el de Razón, de los grupos nacionalistas autoritarios anteriores a la Segunda Guerra Mundial, como la conocida “Acción Francesa”, cuyos miembros calificaban la República de “gueuse” o sea  de “golfa”. Una traducción más afinada sería “harapienta y guarra”. Es heredera de aquella extrema derecha nacionalista que se revolcó a los pies de los alemanes y aduló al senil y patético mariscal Pétain. El cual sigue siendo objeto de inmarcesible veneración por parte de Le Pen padre. Ciertamente, ella no es su padre. Creo que ha querido distanciarse sinceramente pero no podrá sobreponerse a muchos lastres dinásticos, al propio concepto de “frente” nacional, vendido como solución a los partidos tradicionales, calificados de escoria del “sistema”. Aquello fue la fórmula predilecta de todos los casposos fascismos del siglo XX. Alrededor de Marine vibriona una fauna turbia llena de antecedentes negacionistas, de saludos nazis, de automatismos brutales, cutres y simplistas. Creo que su éxito habría sido impensable para un candidato masculino. Marine se ha fabricado un improbable equilibrio entre la feminidad, la proyección maternal y la firmeza varonil. La extrema derecha siempre ha sido un mundo dominado por la monomanía hormonal. Por eso a nuestro inconsciente le cuesta pensar que una mujer pueda representar un peligro para la democracia.

Emmanuel Macron tiene tal ventaja en los sondeos que su derrota es difícil de imaginar. Pero el trauma histórico, la amargura, la crisis de confianza de la sociedad francesa dejan abierta cualquier posibilidad. Marine Le Pen ha conseguido monopolizar una retórica populista que obliga su oponente a desmarcarse con un discurso de moderación y rigor siempre menos estruendoso y audible en la charca de patos electoral. Alguien, tan excelente amigo como periodista,  me acaba de clavar un par al quiebro: “¡Si Bonaparte levantara la cabeza!” Mi voto a Macron, lo dije hace unos días, nada tiene que ver con el mito, sino con la razón humilde y el posibilismo. Toda ilusión lírica mira al pasado. Pero ya ha habido quienes han comparado el brillo juvenil, la inteligencia y la ambición del favorito con las del joven Bonaparte.

Macron y su esposa Brigitte la noche de la primera vuelta

Domingo, 30 de Abril

Valle de Esteban

Si otra pasión intelectual he cultivado, paralela a la repugnancia que me inspira el pesimismo de moda, ésa ha sido mi aversión hacia la plutocracia, también tan de moda.
Chesteron

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan

DOMINGO, 30 DE ABRIL

Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo:

-¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?

Ellos se detuvieron con aire entristecido, y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo:

-¿Qué?

Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo:

-¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?

Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Lucas 24,13-35

sábado, 29 de abril de 2017

Franceschi

María Corina Machado


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

A Foxá se le quedaron de Venezuela los montes verdes, enlutados por el vuelo de los hediondos zamuros.

Estos buitres de los Andes son como los viles escuderos de los cóndores, príncipes de la altura, con su blanca gola, casi de armiño, de caballeros del Greco.
En Venezuela, y ante el silencio cómplice de tierra y cielo (es que no falta ni el Papa), con los chavistas en la tierra los venezolanos sólo pueden vivir en el cielo, que para Alberto Franceschi, diputado exiliado, es Miami. De Venezuela al cielo y un agujero en el cielo para ver Venezuela: su periscope.

De origen familiar corso, Franceschi nació en Miranda, por Francisco de Miranda, el amoroso amigo de Catalina de Rusia (¡siempre Rusia!), un hombre de quien otro corso famoso pudo decir que “le arde en el pecho el fuego sagrado del amor a la libertad”. Como a Franceschi.
Hoy, saber de Venezuela es oír a Franceschi, observador (pero sabio) de la política (“la expresión consciente del movimiento inconsciente”), denunciar “la gran sinvergüensura del chavismo, este malandraje cubano” (¡pranes y malandros!) que mata de hambre a los venezolanos mientras mantiene “al medio millón de vagos del partido comunista de Raúl Castro”, y que sólo saldrá del poder “a piedra, plomo y candela”.

Yo no estoy por la guerra. Yo estoy por ganar. Los que dicen que de las dictaduras se sale con votos son estafadores. Estar por las elecciones es trabajar para Maduro. Como dice María Corina Machado: váyanse mientras puedan, o acabarán como ratas.
Lo emociona el coraje de Corina y lo sulfuran los buhoneros españoles con su vaina de la Transacción por Transición. Corina le puso nombre: “¡No a la Transacción!”.

Hay dos procesos: el de la casta política con la cantaleta de las cacatúas democráticas pidiendo elecciones, y el de la Venezuela de la oscuridad, la del barrio, la de la piedra, plomo y candela, alzada contra este gobierno de hampones.
Y un golpe le parece más probable que las elecciones.

Tot el camp / És un clam

Sábado, 29 de Abril

Valle de Esteban

La más alegre aspiración consistía en declararse decadente y reclamar el derecho a descomponerse.
Chesterton

viernes, 28 de abril de 2017

Cien Días de Trump




Hughes
Abc

Y volvió a homenajear a Scalia, con su viuda presente. “Defenderemos la Constitución”. ¿No se ve lo que de batalla fundamental, histórica, tiene la preservación del texto constitucional y su entendimiento? Es uno de los fundamentales pilares ideológicos del trumpismo.
Neoproteccionismo, radicalismo hamiltoniano, originalismo, y un patriotismo unitario que reunifica la diversidad, y le habla a la familia “de todo color y credo”. Una hercúlea labor de mezclar gotas de tradicionalismo en plena globalización, de interrumpir o reajustar las redes imparables del internacionalismo para asegurar algunos fundamentos. Mezcla Silicon Valley con el misticismo de los Founding Fathers. En el tiempo de mayor aceleración y aceleracionismo, un tsunami obrero, real, populista entreverado de tradicionalismo. Es una labor titánica. Titánica fue la victoria electoral y titánico será esa corrección de la globalización e incluso del globalismo...
 
 
Juez Neil McGill Gorsuch

Guapas

 A pares

Por docenas

Francisco Javier Gómez Izquierdo

  Si es usted varón, persona pública o semipública y se atreve a hablar de chicas guapas puede meterse en un fregado morrocotudo. Si se alegra en demasía por la abundancia de bellas mujeres le tratarán de machista  rijoso; si las echa en falta, de pervertido exquisito; y si compara geografías de hermosuras le dirán que iguala a la mujer con las razas del ganado.
     
Gracias a Dios, uno no es personaje público, pero estoy expuesto a curiosas reacciones de personas insospechadas que llegan a Salmonetes... por farragosos vericuetos. ¿Pues no me ha dicho un casado con zamorana que cuántas chicas conozco de aquella tierra?
      
Que al hablar ayer de guapas pusiera a las cordobesas por encima de las zamoranas, palentinas o burgalesas no se ha de tomar a mal en Castilla, pues aunque hasta es posible que no haya cordobesa que supere en belleza a alguna de nuestras paisanas, es cuestión demostrada que la mayoría de las cordobesas son hermosas a rabiar; una evidencia que deja maravillados  a los visitantes de Despeñaperros arriba y un valor añadido que hace a Córdoba mucho más atractiva que la mayoría de las ciudades españolas. De Córdoba han salido mises de España y de la quinta de Eva Pedraza, un poner, las conozco mejor parecidas que ella. Su misma hermana, sin ir más lejos.
      
De todos modos, en tema de guapas admito que todo es relativo y guapea mucho más el buen humor con que cada cual se lo tome. Las guapas, los guapos y los que miran. O miramos. Precisamente ayer en el Teatro Principal de mi Burgos se eligió a la guapa de los sampedros que asoman. Creo que la reina de cada peña (blusa) oposita al título y las hay que lo son por turno, por simpáticas y algunas hasta por guapas.
      
El sorpresón y desconcierto del acto llegó cuando María Esther, la escogida como Reina Mayor, brilló por su ausencia y como el Reglamento dice -¡no somos mirados los burgaleses con el Reglamento!-, al parecer, que la elegida ha de estar presente en el lugar del nombramiento se pidió un receso en el Teatro para votar otra guapa, que resultó ser Laura Fernández de la Peña Recreativa Castellana, que viste blusa azulona y que me suena tiene la sede en el barrio del Crucero de San Julián.  María Esther, la bella ausente, dicen que es oftalmóloga y que anoche le tocaba guardia. A la amiga de Zamora le aseguro que el honroso detalle de tener siempre presente antes la obligación que la devoción  es mucho más castellano que andaluz y no por eso creo se deban molestar los cordobeses. ¿O sí?

Economía

Martín de Azpilcueta Jaureguízar

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

La política es el arte del poder (el poder se conquista, se defiende y, si es posible, se aumenta) e implica… decisión: sólo así se explica que el fundador del marianismo, poco amigo de decidir, se niegue a que la política lo distraiga de “lo importante”, que es, dice, la economía.
Cuando hasta los Bancos te colocan, entre los extractos postales, un truño antitrumpiano redactado por el becario de la sucursal, pues hasta aquí llega el “agit-prop” del establishment, el jefe del gobierno se niega a opinar de política porque lo importante es… la economía.
Haga como yo, no se meta usted en política –dijo famosamente el general que quería bicicletas para los obreros.
Pero el general tenía de ministro a Ullastres, no a De Guindos, que no es precisamente el Doctor Navarro, Martín de Azpilcueta Jaureguízar, estrella de la Escuela de Salamanca, precursor de la Teoría Cuantitativa del Dinero, cuyos “Comentarios” resolutorios de cambios y usuras fascinarían a Schumpeter, el economista que llegó a la conclusión de que la gente inteligente vota como si fuera idiota porque votar es gratis.
La economía, en fin, es lo que importa, y De Guindos hace en Bruselas de pequeño Tim del señor Scrooge, que es frau Merkel, con lo cual hemos conseguido apañar, oficialmente, la mayor deuda nacional de la historia de España, que técnicamente recibe el nombre de “reformismo liberal”, para distinguirse de lo que mediáticamente recibe el nombre de “populismo fascista”, que ha llevado al “hombre de Putin” en Washington a decretar la mayor bajada de impuestos (del 35 al 15) en la historia de los Estados Unidos, país que encima viene haciéndose cargo de la defensa de “la granja europea” (el término es de Jean Clair) frente al intento del zorro putinesco, nos dicen, de robarse los huevos.

Poner todos los huevos en la cesta de la economía tiene, además, la pega de que los tontos (o los listos) se lo toman al pie de la letra y luego algunos acaban en Soto del Real.

Viernes, 28 de Abril

Valle de Esteban

Mi juventud coincidió con el triunfo de Schopenhauer y los poderes sombríos, y el mundo intelectual y artístico en general cargaba con el fardo de la desesperación.
Chesterton

jueves, 27 de abril de 2017

Ya viene mayo

 El cartel

 Cruz taurina en la plaza de Manolete

Acabados en la Cruz de las Tendillas


Francisco Javier Gómez Izquierdo

       Mayo, Córdoba. El carácter “festero” -lúdico se decía antes-  del cordobés calienta el morro a partir de la última semana de abril con la Cata del Montilla-Moriles y ya no hay quien lo pare hasta que acabe mayo. Ya saben, Cruces, Patios y el remate final de la Feria en un continuo homenaje al vino del país y a las combinaciones nocturnas de  licores escoceses y caribeños casi siempre en garrafón. Ésta mañana se colocaban los últimos claveles en las Cruces, convertidas salvo honrosas excepciones en botellones consentidos, y en mi paseo he visto el polémico cartel de fiestas del mayo del 2017.

      No ha de valer mi criterio, pero no me negarán que el cartel parece un encargo de la facción podemita que gobierna en el Ayuntamiento y con el que la alcaldesa Ambrosio ha consentido por verse cierto parecido con la moza retratada. Las cordobesas son guapas por naturaleza, les gusta presumir y por eso se arreglan como diosas de Primavera. Se visten de gitanas en la Feria y pasean por el Arenal orgullosas y reventonas de belleza.  El ¿artista? pretende reflejar “gente” normal -yo creo que ganar los euros del concurso- y ha escogido de modelo una chica que más parece una desempleada  triste de Huesca o Zamora que recomienda terapias de Autoayuda que el anuncio de la Feria de la Salud de Córdoba. Además y conforme al sentir cordobita femenino, que no feminista,  la están grandes los vaqueros.
     
Pero en fin, allá los concejales...

Llach

Dino Grandi, Conde di Mordano

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Todos los sueños del español son estatales, y eso incluye sus sueños húmedos.

La principal belleza del fascista es el amor –decía el Conde di Mordano, ministro de Mussolini, el hombre que nos metió el veneno del Estado en el cuerpo.

Liberales de Estado, filósofos de Estado, desayunos de Estado… El español sólo concibe el mundo como un Estado; el mundo de Llach es Gerona; luego Gerona tiene que ser Estado. Pero eso será en septiembre (como el golpe de Primo).
E intentaremos ir de la ley a la ley –aclara Llach.
Torcuatista y kelseniano (¡pipero de la Santa Transición!), este buen Llach, tataranieto y bisnieto de carlistas, nieto de tradicionalistas, hijo de franquistas y sobrino de “tietas” falangistas con “finqueta”.
Sí, jo vaig ser el que podriem dir un nen feixista
“De la ley a la ley” fue la forma posmoderna (referéndum del 78) del birlibirloque franquista “de las instituciones a las instituciones” (referéndum del 47) que ha interiorizado Llach, ayuno de Schmitt, fundador de la ciencia constitucional, para quien esos birlibirloques normativistas sólo son “un juego de conceptos desprovisto de significación”.
El caso es que las pasiones, nos dice Santayana, son, en sí, impulsos físicos que maduran a su tiempo, y la pasión estatista de Llach, ahora de izquierdas (la izquierda confunde el Estado con el Paraíso dijo Hölderlin contra Hegel), ha madurado hasta el punto de verse ya en la cámara de boga del flamante Estado figuerense vestido de Quinto Arrio y azotando a los funcionarios-galeotes con el látigo del cómitre para acelerar la cadencia de boga de combate a boga de ataque y a boga de ariete (“les mans se’m van escorxant, / i quan la força se me’n va / ella és més ampla i més gran”…)

Intentaremos ir de la ley a la ley.
En su cuarto informe de Nuremberg, Schmitt explica que los motivos que condujeron a los funcionarios alemanes a la obediencia con Hitler fueron el positivismo jurídico y un modo de pensar legalista.

Jueves, 27 de Abril

Valle de Esteban

Es perfectamente posible ser pagano y odiar a la Iglesia, como es igualmente posible ser pesimista y odiar el universo.
Chesterton

miércoles, 26 de abril de 2017

Personal

El quinteto de la muerte, 1955
De izquierda a derecha, de pie:
Louis Harvey (Herbert Lom), Harry Robinson (Peter Sellers) y Mayor Claude Courtney (Cecil Parker).
Agachados:
Profesor Marcus (Alec Guinness), Señora Louisa Alexandra Wilberforce (Katie Johnson)
 y "One-Round" Lawson (Danny Green)

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Con la muerte de Palomo Linares se nos va “el último rabo de Madrid”, y con la dimisión de Esperanza Aguirre, el penúltimo “negrito” del marianismo, cuya versión castiza de “Ten Little Niggers” ha mejorado al original.
Esperanza Aguirre fue una mala jefa de personal, pero no peor, por ejemplo, que Jesucristo, como Kornílov, el arqueólogo del Museo Central de Kazajistán, trata de demostrarle al padre Andréi, para quien tres cuartos de los traidores son mártires fracasados, en la “La facultad de las cosas inútiles”, obra alucinante de Yuri Dombrovski:
¿Y su Cristo no veía a quién reclutaba como mártires? ¡Mira qué pandilla reunió! Pedro renegó de él. Tomás dudó y Judas lo traicionó. Tres de doce: el 25 por ciento de producto defectuoso. Cualquier jefe de personal sería destituido por esta selección. Sin derecho a ocupar otros cargos de responsabilidad. Pedro, por ejemplo… ¿Qué habría pasado si en el instante de su negación alguna de las autoridades presentes hubiese oído las palabras de la mujer que lo acusaba? Ése habría sido el final de su Pedro. Recuerde lo que Cristo dijo de él: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”…
Aguirre decidió edificar su iglesia liberal (liberalismo y krausismo son las formas españolas de creer en cualquier cosa una vez que se ha dejado de creer en Dios) sobre la coleta torda de Nacho González y le salió un “remake” de “El quinteto de la muerte” (“The Ladykillers”), con Aguirre de señora Wilberforce metiendo en la Puerta del Sol (King’s Cross, también sobre ferrocarriles, en la versión inglesa) al profesor Marcus y su banda.

¡Ay, la corrupción!

¿Es que se pretende –denuncia en 1881 Antonio Mauraque los dos partidos abran una cuenta corriente de delitos y de infamias y no se discutan más que los saldos, de suerte que de las atrocidades que haya cometido uno de los partidos se haga carta abierta para que el otro las cometa y se empiecen a contar cuando excedan las del otro?
Y ahí seguimos.

Miércoles, 26 de Abril

Valle de Esteban

Cuando leí por primera vez El Penny Catecismo, me detuve en una frase que parecía resumir y definir exactamente lo que había estado tratando de comprender en mis muchos enfrentamientos con las sectas y escuelas de mi juventud. Aquella frase decía que los dos pecados contra la esperanza son la presunción y la desesperación.
Chesterton

martes, 25 de abril de 2017

Normalidad



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Las revoluciones democráticas (eso que nuestros “liberales de Estado”, que detestan la democracia, llaman “populismo”) son un lujo sólo al alcance de pueblos con sistema y cultura de representación política: Inglaterra y Estados Unidos. Francia tiene el sistema (importado de América por De Gaulle), pero no la cultura, y el domingo ocurrió “lo normal”: ganó el hombre de Berlín, que garantiza a los Bancos el cobro de la deuda del Sur.
En España la “normalidad” fue una cosa muy de Franco y de Primo de Rivera. “¡Por lo menos es un general!”, fue la “normalidad” que vio Franco en la elección de Eisenhower. Y Primo se pasó su dictadura anunciando la vuelta “a la normalidad”.
Hoy, la “normalidad”, para Rajoy, es ir de testigo (que obliga a decir la verdad) a un juicio por corrupción, y la consigna en la Red es que “la normalidad” de un ex presidente de Madrid en la cárcel constituye síntoma de la excelente salud de nuestras instituciones. El argumento viene en elogio de las instituciones de Felipe II con Cervantes, de las de Felipe IV con Quevedo y, desde luego, de las del felipismo con González acompañando a la puerta de la cárcel a sus ministros.
En pura lógica pepera, las instituciones americanas creadas por Hamilton y Madison serían hoy poco menos que las ruinas de Palmira, dada la escasa presencia entre su población penitenciaria de ex presidentes y ex gobernadores.

Lo tragicómico de la situación española es notar, como espectadores, que nadie (políticos, medios) quiere sacar al toro de la corrupción del caballo de batalla, que es la separación de poderes: está en “El Federalista”, y si la lectura parece antigua, mirar “La corrupción y los gobiernos. Causas, consecuencias y reforma”, 2001, de Susan Rose-Ackerman. El Consenso, que mata la libertad de pensamiento, desata, en cambio, la libertad de saqueo.

Quien no va a los toros no sabe que en la plaza, si el matador dice “Vale”, el picador entiende, normalmente, “Dale”.

En la muerte de Palomo Linares



LAS OREJAS Y LAS ROSQUILLAS DEL SANTO
24 de Mayo de 1972


Antonio Díaz-Cañabate
Abc

Plaza de toros de Madrid. Seis toros de don Atanasio Fernández, de Salamanca, para Andrés Vázquez, Palomo Linares y Curro Rivera.
Cabizbajos y mohínos salieron de la duodécima de San Isidro dos viejos aficionados de los poquísimos que siguen fieles a su añeja afición. Se apartaron del bullicio de la calle de Alcalá. Tomaron por unas calles apartadas, silenciosas y poco transitadas. Se detuvieron en una. No habían hablado una palabra desde que abandonaron la plaza de Las Ventas. “¿Nos tomamos unas copas?”, propone uno de ellos, el señor Benito, y le responde su compinche, el señor Anselmo:
-Nada de copas, que lo que tenemos que tratar es muy serio. Ten en cuenta que en este momento tenemos tú y yo un rabo en el cuerpo que nos pega cada coletazo que a mí, por lo menos, me balda. Aún no he salido de mi asombro. ¡Vamos! ¡Vamos! ¿Tú te lo explicas? La faena de Palomo en el quinto toro había sido mejor que las suyas habituales, algo más reposada y más ligada, con menos retorcimiento de la figura. Convinimos en que dada la benevolencia del presidente cortaría las dos orejas. Las teníamos descontadas. Entra a matar. Se entrega con todo pundonor para que no se le escapen las orejas. El toro lo trompica y lo derriba. Se levanta el torero muy espectacularmente. El toro muere. Rapidísimamente el pañuelo presidencial concede una oreja. ¡La otra! ¡La otra! Inmediatamente es otorgada. ¿Por qué no? Para eso estamos, para complacer al respetable público. Y se oyen gritos de ¡El rabo! ¡El rabo! El presidente se apresura a concederlo. ¿Por qué no, si la gente está muy contenta? ¿Qué significa un rabo? Cuatro pelos mal contados. ¡Pues entonces para luego es tarde y a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga...! La gente sigue chillando. ¿Qué piden ahora? ¿La pata? No. Parece que no, que no la piden. ¡Qué tontos son! O quizá ignoren que hubo un tiempo en que se cortaba una pata, dos patas, no recuerdo si las cuatro patas. ¡Venga, animarse! ¿Por qué no pedir por lo menos una? Seguramente como el rabo sería concedido sin dudarlo un instante por el magnífico presidente. Total, en una tarde, en una corrida de seis toros no concedió nada más que nueve orejas y un rabo. Lo de la pata hubiera resultado precioso, ¡mucho más precioso que el rabo! Pero la gente es tonta, es decir, la gente no se acordaba de las patas. Todo llegará. Ya se ha roto el melón de los rabos. Dentro de nada tendremos rabos a tutiplén, rabos hasta en la sopa, y qué rica la sopa de rabo, y entonces volverán las patas a prodigarse con la facilidad que en la duodécima de San Isidro se han regalado nueve orejas y un rabo. Y Cañabate hablando de gafes. Claro, que si no llega a haber un gafe, se cortan doce orejas y cuatro rabos.

El señor Anselmo se calla. El señor Benito dice: “Volvamos a la realidad. ¿A ti te ha gustado alguna de las faenas? No me salgas diciendo que la de Andrés Vázquez al cuarto para echrártelas de exquisito y de que a ti no te la da nadie.” El señor Anselmo tarda en contestar. “No, no te lo digo, pero me dan ganas de decírtelo, porque de buen torero fueron los ayudados por bajo iniciales. Luego, Andrés se desmoralizó o tal vez no sintió fuerza en sus piernas. Su faena al primero fue buena. ¿Cómo el magnífico presidente no le dio las dos orejas y se contentó con una sola? ¿Qué es eso de una oreja? Nada. Para que luego digan con menosprecio una orejita. De ahora en adelante todos los presidentes deben imitar al magnífico de la duodécima de San Isidro. Las orejas a pares, tal y como están en la cabeza del toro, sin olvidar el rabo, que no por estar donde está deja de ser parte integrante del toro, y en su día las patas. ¡Oh, fabuloso y esplendoroso día en que un torero llegue a cortar las dos orejas, el rabo y las cuatro patas! ¿A qué soberbio torero y a qué magnífico presidente le está reservado tal honor? ¿Y los toros? ¿Qué te han parecido los toros? ¿No te has acordado al verlos de la tonta de la pandereta y de la tonta del bote? Salvo el cuarto, cinco borregos... No. No me interrumpas. Ya sé lo que vas a decirme. Que siempre los toreros han estado bien, han obtenido sus grandes triunfos con toros bonancibles. Es verdad. Te lo concedo. Por eso a mí estas corridas apoteósicas me suelen fatigar. No las deseo. Ya sabes que amí lo que me impresiona, lo que me llena, lo que me convence, es la emoción de un toro con genio, con buena casta, dominado por un torero con arte. Y esto no lo hemos visto hoy. Las faenas de Palomo y de Rivera que les valieron las ocho orejas fueron de las corrientes, con ninguna emoción, y te repito que a mí lo que me priva en los toros es la emoción y lo que me arrebata es el valor unido al arte, y esto no lo he visto hoy. Hoy hemos visto en los tres toreros lo que les ha faltado a sus compañeros y a ellos mismos en las once corridas de la Feria, hoy han tenido en buen grado decisión, voluntad y entusiasmo. La faena de Andrés Vázquez al primero creo que ha sido la única variada que hemos visto. La de Palomo al del rabo la más libre de sus habituales defectos, y las de Rivera, más animadas que las de siempre. La gente se ha ido embalando y al llegar al sexto ya estaba desbordada. Al quinto toro se le dio la vuelta al ruedo en premio a su candidez e inocencia, a su bondadoso carácter... El magnífico presidente, con su diligente pañuelo, ha dado un día de gloria a la fiesta. Un rabo en la plaza de Madrid. Me alegro en el alma. El descrédito de las orejas ya es patente. De ahora en adelante, cortar una oreja, una orejita, supondrá tanto como un fracaso. Se cortarán orejas a manta y rabos en buen número. Te propongo un negocio para el San Isidro que viene, si Dios nos conserva la vida. Instalar por aquí, por los alrededores de Las Ventas, un puesto callejero en el que venderíamos las orejas, que llamaremos del Santo para que pique la gente. ¡Orejas, orejas del Santo! Rosquillas de la Tía Javiera también tendremos, y a poca suerte que tengan los toreros y con que haya presidentes como el magnífico de la duodécima de este año, nos hincharemos de vender orejas y rosquillas. ¿Y los rabos? ¿No venderemos rabos? Ya lo creo. ¡Pues así que no están ricos ni nada estofados! ¡Orejas, rabos, rosquillas! ¡Menudo tenderete podemos armar! ¡Viva el rabo estofado! ¡Vivan las alubias con nueve orejas de seis toros más buenos que el pan!”

Martes, 25 de Abril

Valle de Esteban

El ardor y aun la impaciencia juveniles había que buscarlos en la Crontrarreforma.
Chesterton

lunes, 24 de abril de 2017

De puente en Molinicos

 Plaza Mayor y Ayuntamiento de Molinicos

Molinicos, que no es poco

Francisco Javier Gómez Izquierdo

   Quedamos en que los días de las patrias españolas han quedado como puentes a los que la clase media debe honrar como merecen. Hoy acaba el puente de la nuestra, el de Castilla la Vieja y como todos nos hemos acomodado a los designios de las Juntas, los de la cuadrilla de Gamonal de toda la vida quedamos el viernes en el Mundo, que es un río, de la Castilla Nueva para comer, cenar, hablar de los hijos y sobre todo recordar los viejos tiempos. Aquellos que situaban los parajes tan empinados de la Sierra de Segura  en la región de Murcia. Murcia, dos: Albacete y Murcia.
     
El caso es que  hemos ido a parar a Molinicos, el surrealista pueblo en el que José Luis Cuerda rodó “Amanece que no es poco”. película que tanto ha hecho reír a tanta gente. Mi doña se parte cuando la anciana madre del negro se asusta en la escalera al toparse con el hijo.  Allí, en su Casa de la Cultura,  un bar donde no encontramos plagiadores de Faulkner pero sí a los hombres y mujeres más amables que usted pueda sospechar, vimos el Madrid-Barça presididos por una camiseta enmarcada de Iniesta, de la selección claro está, y con todo la parroquia vestida de blanco. Del Barça, Toño y un servidor, que aún no ha perdonado al Madrid la ruina en la que dejó al Burgos el aspirante a una presidencia que creyó iba a ser bendecido por Don Santiago Bernabéu si  regalaba a Juanito.
      
He llegado hace un rato a casa y no he visto periódicos ni tele, pero imagino que los críticos estarán de acuerdo en la espectacularidad del partido. Espectacular por su incertidumbre y sobresalientes acciones, sobre todo  las de ese fenómeno inigualable al que ya no hay adjetivos que le califiquen. No es del partido de quien quiero hablar, que para tal menester son innumerables los sabios, sino de la educación de los madridistas de Molinicos, entendidísimos correctores de las faltas del entrenador Zidane, al que incluso antes de comenzar el choque le reprocharon la alineación. Un joven con camiseta de Ronaldo apuntó que Bale no podía estar a tope. En el descanso recomendaba el cambio de Casemiro y con el 2-2 pedía practicidad y mantener el resultado. El joven pensaba como entrenador. Mendilibariano si se quiere, pero entrenador al fin. El entrenador Zidane tiene una fe ciega en su suerte y una sorprendente manera de corregir a sus hombres por lo que es seguro nunca tomará en cuenta las agudas observaciones de los aficionados de Molinicos.

      En el momento de abonar la cena de los ocho y tras cambiar impresiones con tanto merengue defraudado, entendimos la inclinación de José Luis Cuerda por el pueblo. Les parecerá tan surrealista como la película, pero tuvimos que decirle al tabernero que nos cobrara mas de lo que nos pidió, a lo que el hombre se negó orgulloso. Por hacerle gasto le pedimos unos cafés y unos chupitos. “ El café a euro y a los chupitos invita la casa..”. Nos fuimos convencidos de que gracias a Dios todavía hay personas que se conforman sólo con lo necesario.
       
Durante el partido llegó la cobertura a los aparatos de mi cuadrilla y por fin me enteré de que el Córdoba había empatado con el Mallorca. No supe si era bueno o malo, pero está claro que mejor hubiera sido ganar. Lo peor ha sido lo de El Plantío hoy,día festivo, elegido para uno de los derbys de la temporada. Burgos, 0; Cultural Leonesa, 3. Y es que no puede ser. El reino de León nunca ha mirado con buenos ojos a los castellanos. Nos emparejó la Transición pero está demostrado que en los días mas señalados nos traen los mayores disgustos.

Si Zidane fuera Don Juan


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    En el día de los clásicos, San Jorge en Barcelona y San Cervantes en Madrid (más San Shakespeare en Inglaterra, el pueblo que inventó el balompié), un clásico, y esta vez decisivo, en el Bernabéu, Real Madrid-Fútbol Club Barcelona, los dos clubs más ricos del mundo en el país más endeudado de la Unión Europea, con Zidane barajando el mazo de cartas.

    ¿A quién votaría ayer Zinedine Zidane?

    ZZ es francés (ayer fue San De Gaulle, patrono de la V República, que es lo más parecido en Europa a la democracia americana), y en Francia lo miran como a un Don Juan. Nació en Marsella el año en que Roger Vadim (con guion de Jean Cau) rodaba alrededor de las corzas mellizas de Brigitte Bardot una melodía de seducción que titularon “Si Don Juan était une femme...” En Madrid Zidane cae igual de bien a hombres y a mujeres (¡seducción!), y Pérez, que fue el único en creer en él, tiene derecho a jugar a Vadim (pero sin Jean Cau, muy lejos del alcance del bruto Ferreras) y montarse una película en plan “Si Zidane était Don Juan”.

    Salvo el orondo alter ego obispal de Valdano, nadie habla mal de Zidane.
 
Zidane está inmerso en un bucle primaveral y rabelesiano (de Rabelais), con Atlético/Liga, Bayern/Champions, Barcelona/Liga y Atlético/Champions que es mucho banquete: el banquete de Zidane.

    El Atlético/Liga salió mal (el bisturí de Griezmann), pero en seguida lo reparó Míchel torciéndole el brazo a Luis Enrique en Málaga.
 
El Bayern/Champions, en cambio, salió redondo en lo futbolístico, en lo sentimental y en lo arbitral. En lo futbolístico, con la apoteosis alada de Marcelo, gozador como un abejorro de jardín en una mañana de abril. En lo sentimental, con la despedida de Xabi Alonso, que siempre fue un poco la Escarlata O’Hara de lo que el viento se llevó, ¡la Vivien Leigh del Mourinhismo! (cuyo Rhett Butler siempre será Mourinho), que hizo del medio centro su hogar (“Tara... es mi hogar. Iré a mi casa, idearé algo para hacerle volver. Después de todo, mañana será otro día”). Y en lo arbitral, con Kassai y el picante de su caserismo al estilo culé, que hizo más sabrosa la eliminatoria, oh, tiempos de Saporta y Pepe Plaza.
 
El Barcelona/Liga era, de antemano, el final ideal para cualquier competición. Es tal el peso de la historia, que resulta casi irrelevante que los modernos propagandistas del Barcelona sean el saltarín papa argentino o el chisposo biógrafo de Madiba, y los del Madrid, Ferreras, un tenebroso sacamuelas de la TV del Príncipe de las Tinieblas, o Errejón, el becario “black” cuyo ideal político es el camionero que ha convertido Venezuela en una barraca de tiro al pato, siendo el pato cualquiera que salga a la calle.

    Eliminado en Europa por la Juve más triste de Allegri, la consolación del Barcelona pasaba por ganar en el Bernabéu, y sin Neymar, sancionado, el futbolista más sobrevalorado que se recuerda (para neutralizarlo, basta con que el árbitro aplique el reglamento, como Kuipers la noche del miércoles: si se tira a la piscina, dejarlo nadar, hasta que salga… o se ahogue).
 
¡Los chinos quieren ver a Neymar, no a su suplente! –pataleban los medios catalanes, como si Neymar fuera Gento, y su suplente, Manolín Bueno.
 
¡Chinos en la costa!

    Al hilo de la famosa nota de Coleridge (“Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?”), no sería ningún disparate pensar que toda la historia culé en los años de Messi sólo ha sido un cuento chino.




SILBO DE VARIA LECCIÓN

    Cristiano reveló su lado más entrañable al término del partido contra el Bayern, cuando dijo: “Lo único que pido es que no me silben”. Ese temor a no ser querido explica el comportamiento de Cristiano en sus años de madridismo. Para el pobre aficionado (no digo el pipero, pues el pipero, con la boca llena de pipas, no puede silbar), “el silbo es la prolongación viva y palpitante de la ilusión adolescente”. Mas, para Cristiano, el silbo es la medida definitiva del desamor, y la mera posibilidad de ser silbado lo angustia de tal modo que lo expresa en un día de grande felicidad europea, que es decir madridista. Gerardo Diego, taurino y futbolñero por igual, llevaba razón: “Grandes son los poderes del humano silbo ya del simple o natural, alargando el hociquillo, ya del ayudado con ambos índices”. Y, sin embargo, un día ocurrirá.


Lunes, 24 de Abril


Siempre que el catolicismo se ha visto apartado por considerarse que es cosa anticuada, se las ha ingeniado para volver como novedad.
Chesterton

domingo, 23 de abril de 2017

Cassandra

Catedral de Zamora

Por qué votaré a Emmanuel Macron

Fillon, Macron, Mélenchon, Le Pen, Hamon: Debate TV del 20 de marzo


Jean Palette-Cazajus

El “carnaval” de la elección presidencial francesa -la palabra es del filósofo alemán Peter Sloterdijk-  celebra su primera vuelta este domingo 23 de abril. La campaña  ha transcurrido entre el onirismo, el cabreo y la perplejidad. Todo ello, según Le Monde, en un clima de “descomposición política avanzada”. Desde un principio, nada ha ocurrido como se esperaba. Todavía hace cuatro meses se daba por descontado que el actual presidente se presentaría a la reelección. Por parte de la derecha, sobresalía en los sondeos Alain Juppé, ex Primer Ministro de Jacques Chirac y actual alcalde de Burdeos, hombre de talante moderado y reconocida inteligencia política.

El 20 de Noviembre de 2016, en las primarias de la derecha, saltó la primera sorpresa. François Fillon borró del mapa a Juppé. Algunos días más tarde, François Hollande anunciaba que renunciaba a sucederse a sí mismo. Manuel Valls dimitió entonces del cargo de Primer Ministro para presentarse a las primarias del Partido Socialista. Pagó el desgaste  político del cargo y venció el candidato menos esperado, el izquierdista Benoit Hamon, líder de los llamados contestatarios, los que torpedearon desde dentro el quinquenio de Hollande. Me enteré, casi por casualidad, de que el filósofo Alain Finkielkraut, con quien comparto intelectualmente tantas cosas, había participado en las primarias del PS y aportado su sufragio a Manuel Valls. Me sorprendió un poco. Pero habría hecho exactamente lo mismo de no haberme encontrado, por aquellas fechas, en Madrid. En la radio, Finkielkraut contaba que para él Valls encarnaba una izquierda republicana, responsable, laica y patriota. Era también mi opinión. Con la eliminación de Valls a manos del pertinaz infantilismo gauchista, el Partido socialista se hizo el harakiri.


 Mélenchon en Toulouse
Con la bandera republicana española arriba, a la izquierda

En los barcos, sobre todo los anteriores a la construcción industrial, el centro de gravedad no se correspondía forzosamente con la perfecta simetría. En la nave Francia el centro de gravedad sociológico suele situarse en el centro izquierda, incluso en las épocas en que parece dominar de forma más evidente la derecha. Sería largo de explicar, pero lo intentaré  breve y metafóricamente. El gran lexicógrafo Littré, autor de un prestigioso Diccionario de la Lengua Francesa, decía, en 1851, que el lema «Libertad, Igualdad, Fraternidad» era «completamente incapaz de representar la existencia de ninguna sociedad real». El régimen colaboracionista del mariscal Pétain, que abolió la República, gobernó entre 1940 y 1944 con el lema de «Travail, Famille, Patrie». Lema ciertamente poco exaltador, pero más casposo que escandaloso. Alguien dijo que podría ser el de la China actual. Pero entre los franceses es un lema que sólo rezuma y recuerda indignidad.

De modo que el lema republicano es a la vez lo suficientemente irrealista, como decía Littré, y motivador como para permitir vacunarse contra toda necesidad de ideologías mesiánicas y totalitarias. Al referirme al citado centro de gravedad enuncio un hecho, no proclamo una adhesión. En política como en filosofía, me sobran preguntas y me faltan respuestas. Aprecio el “Credo” de Kolakowski, aquel paradójico texto titulado “Cómo ser conservador -liberal- socialista” que traje a estas páginas, el 13 de diciembre 2016.  En mi presentación del añorado filósofo polaco, aludía a aquel “sujeto político individual que elige visceralmente la parte antes que el todo o, lo que es lo mismo, el antagonismo antes que la reflexión”.

 El cartel electoral de Fillon antes y después de las revelaciones

Actualmente tenemos a cuatro candidatos prácticamente “en un pañuelo” como dice la prensa. El de la izquierda populista, prefiero decir “caudillista”, Jean-Luc Mélenchon, 65 años, que ya era candidato en 2012. Digo “caudillista” porque detrás de Mélenchon, ĺa base electoral es la del muy raquítico Partido Comunista y la del Partido de Izquierda, fundado por el propio Mélenchon y tampoco muy boyante en las urnas. Pero el líder máximo es un personaje truculento, efusivo mientras la voz suele ser bonachona unas veces y las otras, sarcástica. Su acento pretende ser antiparisino, antielitista, popular sin ser vulgar. Es un estupendo tribuno, que busca claramente sus referencias en la Revolución Francesa en general y Danton en particular. Elocuente y solemne, con desparrames líricos -“Francia bella y generosa que amaneces cada día como una mañana nueva”-  que enloquecen a sus partidarios. Es también el más espontáneo, desenvuelto y ocurrente de los cuatro favoritos. Un sublime y peligroso charlatán de feria. En sus mítines, multitudinarios, la bandera tricolor ha desterrado la roja y ha bautizado su movimiento “La Francia insumisa”. Si insisto en sus talentos comunicacionales es que bien podrían franquearle el acceso a la segunda vuelta.


Marine Le Pen en Nantes

En cuanto a su programa, tiene parentesco “podemita”. No oculta sus simpatías por las huestes de Pablo Iglesias.  Ni la que sentía por Fidel Castro y Hugo Chávez. Preguntado, el 20 de abril, si Venezuela está en trance de dictadura, contesta: “Je ne sais pas”.Tiene fama de culto. Gran punto a su favor en Francia. Sin duda gracias a la soltura de su lengua y a sus numerosas citas y referencias, harto discutibles. Las respuestas y las soluciones salen de su boca como conejos de la chistera. Desprecia la palabra complejidad. Tal propensión al simplismo y al buenismo universal, particularmente respecto del Islam y de la inmigración, me producen sudores fríos. Lo mismo que su programa socioeconómico y europeo cuya generosa ingenuidad acabará de hundir la maltrecha competitividad francesa. Todo el mundo, menos sus partidarios, se pregunta con qué varita mágica conseguirá los 270 mil millones de euros necesarios para su política. Sólo hablaré del descolgado candidato socialista, Benoit Hamon, grisáceo aparatchik, para recordar que la mayoría de su electorado se ha pasado a Mélenchon y que lo único positivo de su permanencia en la campaña habrá sido, esperemos, evitar el paso del aventurero a la segunda vuelta. Aunque sigue siendo muy posible que la “ilusión lírica”, el pecado mortal de la izquierda francesa, termine castigando otra vez el país, esta vez definitivamente.

En la derecha moderada, llamada en Francia “derecha republicana”, el morbo del “caso Fillon” habrá marcado toda la campaña. Tras su victoria en la primaria de la derecha, casi todos le auguraban una elección imperdible y un camino de rosas hasta el Elíseo. François Fillon, ex primer ministro de Sarkozy, es un notable de provincias con aspecto elegante y digno y cara amena de persona de confiar. Desde un principio fue acusado de pretender poner en marcha un “thatcherismo” a la francesa. Su primer y grave tropiezo fue defenderse de la acusación de insensibilidad social escudándose detrás de sus valores católicos. Torpeza grave en Francia donde existe un general consenso -que suscribo- sobre la ausencia, en el debate político, de toda referencia a las creencias o no creencias religiosas de los candidatos. Luego saltó la primera noticia del largo culebrón, el de los casi 900 000 euros cobrados por su esposa  a lo largo de los años por supuestas labores de asistencia parlamentaria nunca aclaradas ni declaradas. Sin hablar de los elegantísimos trajes regalados por un amigo, cuyo valor total se acercaba a los 50 000 euros.  Difícil después de todo esto convencer a los peatones del sueldo mínimo de que no hay más vía que la del rigor. Fillon olvidó el refrán africano: “Si quieres subir al cocotero, procura tener el culo limpio”. Parecía difícil que pasase  a la segunda vuelta, pero resulta que progresa a pasos de hormiga. El núcleo duro que se mantiene fiel es el de una derecha tradicional incapaz de reconocerse en otro candidato.

 Emmanuel Macron en Pau, el 12 de abril

A Marine Le Pen, sus numerosos seguidores sólo la conocen, cariñosamente, por “Marine”. Pero esta freudiana castración del apellido paterno no puede negar la fatídica dimensión dinástica de la candidata populista. Palabra que no le gusta, ni que la clasifiquen en la extrema derecha. Es la que lo tiene más fácil. Jamás confrontada al implacable revelador del ejercicio del poder, puede presumir de inmaculada vestal política y decir lo que quiere. A diferencia de su sobrina, la heredera ideológica del abuelo, la dulce y rubia Marion Maréchal Le Pen, cabe pensar que Marine se ha distanciado algo de la ideología paterna. Pero en su entorno inmediato sigue habiendo muchos individuos de dudosa trayectoria. En cambio es clamorosa la ausencia, en sus filas, de personal político con capacidad para asumir cargos de gobierno. Su electorado es el más popular, desesperado y frustrado de todos. Es también el electorado de menor nivel educativo. Y sin duda el más iluso, quebradizo y volátil. No dudo de que, a los tres meses de su mandato, la mitad de sus tropas actuales habría desertado. Ni ella cree en la viabilidad de su programa, particularmente de salida del euro. Su chistera y la de Mélenchon compiten en la producción de conejos. Pero la demagogia marinista, en este final de campaña, ha llegado a la impudicia y le puede pasar factura. Tiene posibilidad de ganar si se produce la pesadilla, es decir una segunda vuelta Mélenchon - Le Pen. El engorroso quiste “marinista” sólo encontrará solución cuando los gobernantes, antes que al chivo emisario, se enfrenten lúcidamente a los problemas que lo sustancian, el horizonte migratorio y el chantaje islamista.

Queda el ovni Emmanuel Macron, recién aterrizado en la vida política . Lo escuché por primera vez en una entrevista televisiva y me impresionó su portentoso disco duro. Sigue encabezando los sondeos, pero parece haber entrado en una fase de estancamiento. Su electorado es el más indeciso, pero también el de mayor nivel educativo. Se le reprocha indefinición ideológica y falta de programa. Pero en la barahúnda electoral sólo los incautos creen entender “programas” donde atruenan las “proclamas”. Lo dijo un día Jacques Chirac, a corbata quitada: “Las promesas electorales sólo comprometen a quienes se las creen”. Macron pretende impulsar una dinámica de las  buenas voluntades, de izquierda y derecha. Es un juego malabar y un reto jamás intentados en Francia. En cuanto a la prudencia y la sinceridad en las declaraciones, son pésimas armas de campaña. Uno de sus asesores, el ensayista Alain Minc, dijo que Macron quería concitar a su alrededor el “círculo de la razón”. Oía por una vez un eslogan político que no ofuscaba mis oídos. Contribuir a iniciar en Francia la difícil ruptura con las ideologías insurreccionales, las ideologías oníricas y las ideologías del egoísmo posesivo puede merecer la pena. Según Marine Le Pen, “con el Sr Macron tendremos al islamismo en marcha, al comunitarismo en marcha”. Lo creo consciente de los peligros. Pienso incluso que, por la extrema novedad de su apuesta frente a las inercias ideológicas, salir con vida de esta campaña es finalmente el mayor escollo para él. Luego, su falta de prejuicios le debe predisponer a una particular receptividad ante las heridas profundas de la sociedad civil. Ciertamente, me preocupa su juventud e inexperiencia (39 años) para estar a la cabeza de un país con capacidad nuclear e involucrado en varios frentes de guerra, interior y exterior.

 Philippe Poutou, candidato trotskista y sincorbatista

No debo terminar sin recordar que los candidatos son ¡once!  Detrás de los 5 citados, viene Nicolas Dupont-Aignan, un soberanista, “posgaullista de derechas”, que podría alcanzar entre el 3 y el 5%. Completan el cuadro dos trotskistas, dos complotistas de derecha y un ex pastor de ovejas pirenaico, casi vecino mío. Entre todos pueden sacar hasta el 10 %. Nada de calderilla electoral; cifra considerable que puede determinar la elección en ambas vueltas, desviando votos cruciales en la primera, decidiendo la segunda. Hoy todo es surrealismo, desconcierto, extravío y ruleta rusa.

Debería de quedar claro: voto contra dos espejismos traumáticos, Le Pen y Mélenchon. Voto contra una candidatura obsoleta e inconveniente, la de Fillon. No voto “por” Emmanuel Macron. Le autorizo con mi voto a ejercer el cargo. Sé de antemano lo que va a pasar con los otros. Incluso sus fracasos serán rutinarios. Para hablar como la calle, considero a Macron “le moins pire”, “el menos peor”. Me da motivos de reticencia, pero con  él tal vez quepa intentar algo. No hablaré de “la fuerza mágica de los comienzos”, como Hannah Arendt, porque quien vota con entusiasmo sólo puede ser un imbécil y un irresponsable. Sólo trato de permanecer en el “círculo de la razón”.

Contra la tentación abstencionista