martes, 7 de marzo de 2017

La carrera



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Tan oscuro como el de Witiza en España se presenta en Europa el reinado socialdemócrata (economía de derechas, cultura de izquierdas y política de centro, que es decir la nada).

Del alma de la socialdemocracia tiran los dos caballos alados de Platón, dócil uno, el de la economía, cada vez más de derechas (¡esos sueldos!), y díscolo el otro, el de la cultura, cada vez más de izquierdas (¡esas trolas!), y hoy, a la voz de “¡franquista el último!”, desbocado en Madrid detrás de un autobús-anuncio (Gallardón prohibió el “hombre sandwich”) en la guerra de sexos.
Nos limitamos a aplicar una ley votada en el Parlamento –se justifica Cristina Cifuentes, Cecé.
Entre eso y el “derecho a decidir” sólo habría un gin-tonic, aunque en esta batalla tampoco es pionera Cecé.

Merendando una tarde en una finca de El Puerto, después de una cacería de perdices como las de Cebrián, contó Franco un “sucedido” recogido con gracia gaditana por Pemán.
Con ese arte español de tocar los pitones para comprobar la embestida del toro, alguien sacó a colación el famoso dicho de Jean Louis de Lolme con que los ingleses del XVIII exaltaban la omnipotencia de su parlamentarismo: “El Parlamento británico puede hacerlo todo menos convertir un hombre en mujer o viceversa”.

Pues yo he podido –dijo Franco.
Y contó el caso de la cantinera, “una chica listísima y bastante mona”, que hubo en el Tercio. Un día salió una orden que prohibía llevar ninguna mujer en las marchas de tropa. Entonces él anotó en el parte ordinario: “Sienta plaza en esta Bandera el legionario Pedro Pérez”. Y así siguió la cosa hasta que, al año, la chica volvió de un permiso con novio y fecha de boda.
Entonces yo anoté en el parte: “Se da de baja el legionario Pedro Pérez, muerto en acción de guerra”.
Cecé tiene porte militarista, más no la veo de comandanta del Tercio; si acaso, de legionaria en “La vida de Brian” llevando de la oreja a declinar “penis” y “vulva” a los gamberros del autobús.