domingo, 4 de diciembre de 2016

Suna a las nueve


Suna exhausta al volver de los conejos. Nadie consiguió explicarle la máxima de Bear Grylls: no gastes en la caza de un animal más energía de la que te proporcione como alimento. Suna no cazaba conejos: "trapiñando el barro de Flandes", los espantaba, que es como jugar al fútbol sin balón en un campo del Norte, de lo que cansa. Entonces subía al sofá y se desplomaba. Cuando duermen, los hombres, viven cada uno en su propio mundo, dijo Heráclito (el que nunca se bañaba en el mismo río), pero despiertos viven juntos en un mundo común. ¿Cómo era la extenuación patas arriba de Suna? ¿Estaba dormida o estaba despierta? ¿En su mundo o en el nuestro? Un pataleo en aquel "postureo" sunero te llenaba de dubitación (¡un mundo al revés, el de los perros!) como una huella de pasos habría llenado de emoción a Robinson Crusoe.