domingo, 6 de noviembre de 2016

Cristiano, héroe entre las flores



Hughes

Antes de que llegue la habitual y tediosa polémica sobre el Balón de Oro, quizás deberíamos reparar en algo que se ha ido produciendo durante este tiempo en las redes sociales de Cristiano. Se ha convertido en modelo, y en modelo de sí mismo. Un modelo además de masculinidad.

De alguna forma, Cristiano reflexiona sobre su propia belleza y la del atleta.

Esta foto en particular es un prodigio.

Cristiano no se hace “selfis” ni fotos normales. Cristiano proyecta idealizaciones de sí mismo cargadas de mensaje y tensión de belleza.

Hay varios elementos característicos de la, digamos, “técnica de modelaje” de Cristiano.

El primero es que es outdoor.

La casa de Ronaldo, la vimos en las revistas, está llena de espejos y retratos de sí mismo. Quizás por eso, él allí no posa, no se estiliza. Se relaja. O posa durmiendo como en aquella performance de Beckham. Es genial que con los ojos cerrados Cristiano siga con cara de enfadado. También descubrimos en su primer retrato durmiente que no tiene axila, su sobaco es un enigma entre protuberancias.

El narcisismo de Cristiano es fabuloso. Por ejemplo, cuando Portugal ganó la Eurocopa, en su Instagram recogió una foto que no era cualquier foto, era un edificio entero con su imagen reflejada. Le gustó la idea de proyectarse hacia fuera. De ser él en otras superficies. De hecho, es el inicio de su actividad económica y también creativa.

Por eso es un narcisismo no suicida. Postnarcisismo asumido, incluso superado. No es un narcisismo burbuja, Cristiano no se muere en el espejo, dialoga.

La foto tampoco es del tipo suyo Action Man o Ken. No sale anunciando ropa. Tampoco aquí se ha advertido que Cristiano ha cambiado su estilo. Del bling bing inicial, hortera, muy deportivo, ha pasado a una madurez en las que ya aparece el traje, la chaqueta de piel, zapatos elegantes, líneas depuradas. Es un inicio de minimalismo “cristiano” que sin embargo no oculta ciertos excesos: la hebilla ostentosa, ciertos estampados o un último complemento al que Cristiano no renuncia y que suele estar a juego con el calzado. En Cristiano está muy presente la idea de combinación. Es casi imposible que en él no coincidan colores o tonos, o algo aún mejor, que su ropa no se mimetice con el fondo. Si la pared es marrón, él va de marrón; si hay flores, un brocado con remolinos vangoghianos imitan la flor revolucionada.



La idea de conjunto es total en el Cristiano estético.

El posado es outdoor, pero no al estilo Action Man, sino del otro tipo: el posado a lo San Sebastián (Apolo cristiano). Es el rasgo más suyo. Siempre muestra su abdomen o costado como para que se lo hiera una flecha, un silbido, o un deseo.

En Cristiano hay una soledad-contra, algo de martirio, y un orgullo que asocia esplendor físico con rectitud moral. No mira a la cámara blandamente. La mira retador. Por eso interesan mucho estos retratos del durmiente, por lo que tienen de reflexivos.

El six pack es un atributo más de la superioridad de Cristiano. No es un “mira lo que tengo”, es un “mira lo que soy”. No es una puntual exhibición de carne conseguida como en esas portadas de Men's Health. En eso es muy griego. No es un deportista que episódicamente luce la tableta. Cristiano es tableta, es musculatura. Es el Mishima del gol, vive un ideal ético constante. Su tableta no viene y va. Su tableta es como otro órgano rugiente que siempre está.

Otro elemento de la foto son las flores. No es la única así. Hay una maravillosa con jazmines azules de fondo que él captura en el jaspeado de su jersey. Parece que brota de entre las flores (¡la flor oculta es la de Zidane!), que las cita o se reúne entre ellas como abejorro sexy.


Cristiano ya no se aísla en sus proporciones; belleza busca belleza, como en la Final de París, cuando una mariposa se le posó en pleno éxtasis de dolor. Su mármol busca vida.

Es como si hubiera aprendido de la mariposa y él mismo fuera a revolotear lo hermoso. Es un Cristiano maduro, pletórico después de este verano total y ya perdidamente estético.

En cierto modo, vive aún en la última primavera. ¡No ha despertado del todo de ese sueño!

Cristiano acude a recargarse de belleza como un iphone polínico, y en esa foto va más allá pues pierde la conciencia haciéndose flor, como Adonis. Se duerme con la flor en la sien como un fauno... ¡guirnaldas amarillas para el héroe!

Fíjense en la evolución. Ha ido más allá de Beckham: anuncio de calconzillos, semidesnudez, imágenes dormido (vulnerabilidad sobre la vulnerabilidad individualista del San Sebastián) y ya, el acabose, es sacar esa imagen postBeckham al jardín, a la naturaleza, buscar las flores. Esa búsqueda de la naturaleza es la de un Cristiano prerrafaelita, como bien y generosamente advierte @Bonnifacissimo.

Es un hombre tan valiente que busca la flor.

Cristiano no se contenta con imitar a Beckham, lo supera con un punto barroco y humorístico.

No acaba ahí la maravilla de la foto. Ex extraordinario que todo eso pase sobre un cojín. Es como el David de Miguel Ángel con un cojín cervical.

Pero así es Cristiano, un divino fisioterapéutico.

Adonis del gol, héroe entre las flores.