miércoles, 28 de septiembre de 2016

El debate

Clint Eastwood

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    La diferencia entre Trump y Clinton es la que hay entre Clint Eastwood, que apoya a Trump, y... Banderas, que apoya a Clinton, que son dos, Bill y Hillary, aunque la que se presentó al debate fue Hillary, que parecía John Carlin vestido de cardenal.

    –Para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado –decía una coplilla del duque de Lerma, que se hizo con el capelo cardenalicio al dejar de ser valido.

    Los Clinton constituyen una SL matrimonial en la que el 51 por 100 lo tiene ahora Hillary. Ellos son el Partido Demócrata, que es el “establishment”. Los medios de comunicación son su propaganda, los dispensadores de alfalfa socialdemócrata, como acreditó Lester Holt, el impresentable presentador del debate, que concluyó con una pregunta tercermundista planteada como trampa saducea para Trump: “¿Aceptarán el resultado de las elecciones?” A lo que Trump podía haber respondido: “Si el que cuenta los votos es usted, no”.

    Trump posee dos cosas fuera del alcance del periodista contemporáneo: dinero y libertad de expresión. Esto lo convierte para los plumillas en un monstruo, que en el catecismo socialdemócrata se dice populista o fascista. En eso, los periodistas son hegelianos: lo real es lo racional, es decir, el que manda es el bueno, y aquí mandan los Clinton, que son como los Kirchner de Arkansas.

    En el debate, todo el odio de Hillary a su marido, que siendo presidente consiguió que se hablara de la Casa Blanca como de la de Hugh Hefner, lo proyectó contra Trump. “¡Le gustan las misses!”, acusó Hillary, en plan Paquita la del Barrio. “Menos que a su marido las becarias a sus órdenes”, pudo contestar Trump, de ser el Gil que ven en él nuestros tertulianos cuando se postulan de finos analistas.

    Pobre Trump, que sólo será el chivo expiatorio de la ruina (comparable a la de Septimio Severo) que deja en herencia el huero, chirle y hebén Obama, que ya se ve jugando al golf en Cayo Largo con Bergoglio, los Castro y el ayatolá.