martes, 17 de mayo de 2016

Margarita

Orquídeas silvestres

Ignacio Ruiz Quintano
Abc
   
Sonó la hora de los arbitristas.
  
 Tenemos una sociedad sin política, pero con propaganda. Somos ese país de sacamuelas que despachan los asuntos del mundo con la solvencia del chau-chau en la barra del bar.

    ¿Qué dirían esos sacamuelas que explican las cosas de América con los prejuicios de la Españeta si Donald Trump declarara, tan pichi, que con la Constitución del 87 no se puede dar un golpe de Estado, pero que, cambiándola, por qué no se va a poder?

    Bueno, pues aquí tenemos a Margarita Robles, dama de acrisoladas virtudes, declarando que con la Constitución del 78 no se puede convocar un referéndum de autodeterminación en Cataluña, pero que, cambiándola, “¿por qué no?”

    Cuando un personaje de la relevancia pública de Margarita proclama semejante “por qué no” lo menos que ha de hacer es argumentarlo con algún dato histórico, jurídico, filosófico, psicológico, poético, hipnogógico o hipnopómpico en virtud del cual esta generación, y ninguna de las anteriores, puede, a mano alzada, decidir lo indecidible, como es la existencia de una nación (la más antigua de Europa), España, que asombrará al mundo con el invento de un nuevo derecho constitucional: la sedición.

    Políticamente, Margarita, que tuvo su cuarto de hora de gloria en la época del cochero de Drácula en el felipismo rampante de Justicia & Interior, es una abeja Maya de los tres poderes, ora jueza, ora legisladora, ora ministra, ora ministra y legisladora, ora legisladora y ministra, ora jueza, ora “groupie” de Snchz, o sea, un bosón zascandil del artículo 16 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, una zambra mora sobre la tumba de Montesquieu, el único autor, como tenemos dicho, auténticamente subversivo en Europa.

    Somos, en efecto, un país de chorras donde aún florecen las margaritas (que no son, ay, aquellas orquídeas silvestres de Nueva Jersey con que el relativista Richard Rorty creía poder fundir en una sola imagen realidad y justicia).