viernes, 8 de abril de 2016

Franquiciar la estupidez



Hughes
Abc

Ser peluquero en Venezuela. Curiosa circunstancia. Entre las palabras que dirigió Maduro a su pueblo hubo unas destinadas a moderar el uso del secador de pelo. La cuestión de la electricidad allí ha llegado a ese punto. Les pidió a las mujeres, sólo a ellas, contención, y recomendó un uso a «fuerza media». Le faltó añadir que así no te quemas la oreja.

Rodeado de «compañeros militares», habló en el show de Diosdado Cabello, el Jimmy Fallon del mazo. Anunciaba el decreto que declara festivos los viernes en la administración pública, una más de las medidas para ahorrar energía. Además del déficit, de la inflación galopante, o de los graves problemas de abastecimiento, Venezuela se enfrenta a una seria crisis de su sistema eléctrico.
«El Niño» explica la sequía (la pertinaz), pero la crisis energética es otra de esos lentos cataclismos que ahora empiezan a mostrar su cara.

Mucho nos hemos reído de los embalses de Franco. El franquismo, lo ha dicho algún historiador, era un régimen de ingenierismo en el que los economistas mandaron menos. En Venezuela parece que no deciden ni unos ni otros. Es una catástrofe de la inteligencia. Por eso, imagino, tuvieron que buscar a expertos como Monedero.

El chavismo, a decir de los técnicos, ha dejado deteriorarse su sistema eléctrico. No hay muchas fotos de Chávez o Maduro inaugurando nada, y el país afronta problemas inminentes de racionamiento eléctrico que añadir al resto.

Como la oferta de energía no responde, se reduce la demanda mandando a la gente a casa. Viernes musulmanes, largos fines de semana y que la venezolana (y el venezolano) se sequen solo el cogotito. Este forzoso parón es la continuación del proyecto de vida vacante de la renta petrolera. Igual que Maduro dijo que los bachaqueros (acaparadores en el mercado negro) son neoliberales, podrá decir ahora que el secador es imperialista. Hay un horizonte de revocación, pero además una implosión inevitable del chavismo por años de malas decisiones. Asoma ya el desconchado cubano.

Es extraordinario que un régimen así haya pensado en extender su influencia sobre España, y es más extraordinario aún que lo haya conseguido. Franquiciar el absurdo y la estupidez.