viernes, 26 de febrero de 2016

Modus actuandi



Hughes
Abc

A Rita Barberá le preguntaron por su responsabilidad «in vigilando» y ella contestó que los demás se mirasen el «modus actuandi». El «modus operandi» suena a método de panda de atracadores. El «modus actuandi» que inventa Rita sería menos incriminatorio, pero le pone el latinajo a lo que hacen los demás. Lo que hace el latín…

Con esto de la corrupción se está creando una terminología pseudojurídica entre el Código Penal, el Civil, el Da Vinci y lo que te dice un primo que está en Legalitas. Se acaba siempre con una pregunta que a Rita también le hicieron: ¿pondría la mano en el fuego por sus concejales? Esto es genial porque sitúa al investigado en un terreno de justicia medieval. Hasta la sentencia, estamos en una especie de ordalía periodística: –¿Soltará el escaño si le lanzan agua hirviendo? –¡Qué poco me conoce!

La exalcaldesa afirmó su honradez, lo que es extraordinario. Si un ayuntamiento español no ha amañado un contrato en veinticinco años su alcaldesa no es honrada, es beatificable.

Cargó contra casi todos en una deriva que parecería paranoide si no fuera porque la realidad del PP es exactamente así. Tiene a todos en contra: los jueces, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que filtran, el resto de partidos, las televisiones y hasta el propio PP. Que esto le suceda a un partido mientras manda significa que se ha esforzado.

Cuando le preguntaron por la financiación de la campaña electoral, dijo algo interesante: «La campaña no es de la candidata, es del partido». Porque el partido siempre son los otros. Por no tener un cargo orgánico, es decir, en el partido, entiende que no debe dimitir. Aquí fue tan firme como Rajoy con el «ella dice que es inocente».

Leibholz dijo que en la partitocracia la corrupción de un partido es la de su votante, pero en España, donde no dimite nadie, exigir una dimisión sin imputación es ser más papista que el propio Papa –con Bergoglio no es difícil–. 

Dimitir sería un harakiri político y nadie se imagina a Rita en kimono a estas alturas. Una cosa es estar muerto y otra morirse.

Con unas hombreras que parecía un Caballero del Zodiaco, terminó citando a Marañón. «Mujer, teniendo a Chesterton…», diría D. Gregorio.