viernes, 8 de enero de 2016

La pintura del consenso

JeanPhilippedeTonnac
@inthemoodfortw


Hughes
Abc

¿Cuántos símbolos de la Transición hay? Es como si hubiera uno en cada ámbito. Este es el pictórico. «El abrazo» fue defendido como símbolo por la Junta Democrática de Trevijano, CC.OO., IU, que impulsó lo del Congreso, y ahora por el PP, que apela con ello a la concordia ambiental y quizás al Gran Abrazo. Sirve a mucho: la amnistía, el homenaje obrerista (algo tiene de «El Cuarto Estado»), la elegía a los abogados de Atocha y lo que se conoce como «cultura del pacto». En la retórica de la Transición ya hay algo cursi y acampanado, como Woodstock o Las Grecas. El abrazo de Genovés parece abrazo entre amigos, entre parientes. Pero ¿cómo abrazar así a un extraño? De la ética y política del abrazo nos separa la figura, hegemónica después, del abrazafarolas, que ha rebajado mucho el gesto. El abrazo tiene algo ya de lambisconería, de falta de sinceridad. Se ha quedado más digno el apretón de manos, última caballerosidad, y al gran abrazador se le mira con sospecha.

El abrazo, además, está pintado ahí en su momento primero: en el ir a abrazar, en el «¡a mis brazos!». Pero cuánta gente no se queda así, como la señora de la derecha, con el molde hecho (¡Abrazo Trevijano!). Genovés tampoco sacó el abrazo cuando las palmadas en la espalda. O ese momento final del despegarse, que en realidad es el más puro. ¿No es más bonito el soltarse del abrazo, cuando surge el otro, la mirada fraterna, el frote de tríceps, las palabras de más alegre concordia o quizás el beso? En pintura estaban el abrazo de Klimt o el de Picasso, abrazos íntimos: la pareja se funde en una sola cosa; abrazo como transición al beso, como forma de ser dos. Pero lo de Genovés no es el abrazo, sino muchos abrazos, una orgía de abrazos indiscriminados, nerviosismo histérico de abrazos. ¿Qué sale de ahí? Ahora lo sabemos... ¡sale el consenso! Genovés, genial, sin saberlo lo estaba pintando.