jueves, 29 de octubre de 2015

155



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

En Madrid no se habla de otra cosa (camareros, taxistas, tertulianos) que del 155 de la Constitución.

¿Qué es el 155? Una “conquista constitucional” del nacionalismo, junto con el palabro “nacionalidades” (Suárez echó del partido a su Pigmalión, Fernández-Miranda, por oponerse) y ese sistema electoral proporcional (no representativo) que ningún partido quiere cambiar.

Vas al 155 y, jurídicamente, aquello es la rueda de un hámster, que es, al parecer, donde a todo el mundo le gustaría ver a Rajoy. El periódico global lo llama “El Artículo Más Explosivo”, pero Guerra, el director teatral que lo redactó en Casa Manolo, reconoce que no vale para suspender nada, pues sólo es “una cautela legal”. Es decir, el “lirio cortado” con que quería asustar a un notario Neruda, que también se proponía, oh, justicia poética, “dar muerte a una monja con un golpe de oreja”.

Lo más parecido al 155 que conozco es una circular de una empresa periodística de los 90 que decía: “1. Para cobrar las colaboraciones es imprescindible presentar el carné de identidad. 2. No se se le pedirá el carné de identidad a ningún colaborador”. Y allí, al contrario que en Cataluña (“¡Cony! ¡Quina Catalunya ens a deixat Franco!”, diría Tarradellas), no cobraba nadie, claro.

La lealtad constitucional de los Soprano estaba pagada con dinero, pero cuando el dinero te sale por las orejas, ¿qué?

Ahora todo es jugar al ratón y al gato, con el consiguiente desgaste del Estado, que es viejo y podría caer redondo, como Marlon Brando jugando con su nietillo al sol del jardín en “El Padrino”. Ellos son jodones (aunque a Mas le temblaban manos y piernas en el Juzgado), pues son tenderos y leguleyos. Nosotros, en cambio, somos la órdiga, pues somos “telepollas” y socialdemócratas. Rajoy no tiene nada. Rivera no trae nada. Zapatero se comprometió a aprobar lo que saliera del “Parlament”. Gonzalón prometió a Godó reconocer “la nación catalana”. Y Pedro de la Preveyéndola es Irene Lozano.