lunes, 5 de enero de 2015

Nuno gripa a "La Máquina"





Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Cayó en Valencia, pero que el Madrid tiene la mejor plantilla del fútbol es una verdad evidente en sí misma, como las que proclama la única Constitución democrática del mundo, que es la americana.

La mejor plantilla se le nota al Madrid (incluso ayer) de cintura para arriba, es decir, del “Un, Deux, Trois… Plié!” de Kroos, que pone al servicio del ataque su cintura de avispa de la Wehrmacht, a las tabletas pectorales (¿o son dorsales?) de Cristiano Ronaldo, el futbolista descubierto algo tarde por el piperío blanco y el periodismo patrio, que cuando Cristiano era aún mejor que ahora pedían cambiarlo por Cazorlita, que venga Cazorlita, que al menos es español, o Llorente, que menudas ovaciones a Cazorlita y a Llorente hemos vivido en el Bernabéu cuando uno era sustituido o salía el otro “a calentar”.

El Madrid tiene el mejor jugador de la historia, es una maquina perfecta –dijo el entrenador del Valencia.

El entrenador del Valencia es portugués, se llama Nuno Espirito Santo y hablaba de Cristiano Ronaldo, que, en efecto, es una máquina perfecta, si bien lo de mejor jugador de la historia lo anotamos en el libro de proverbiales exageraciones portuguesas, pues Mejor Jugador de la Historia parece un título vacante, dado que primero habría que definir qué es Mejor, qué es Jugador y qué es Historia.

¿Y qué es máquina?

Uno creía saberlo hasta que tropecé en la anécdota del padre Malebranche con la perra preñada que cuentan Ortega (de paso) en un libro de caza y Luri (más detenidamente) en su café de Ocata.

Malebranche fue un loco cartesiano. No hubo otro más loco que él en su siglo, hasta el punto de que al leer el “Tratado del hombre” sufrió una taquicardia y hubo de acostarse.

Descartes desarrolla en el “Tratado del hombre” la teoría de que los seres vivos son maquinarias complejas, relojes delicados cuyos elementos están relacionados por un sistema de engranajes biológicos con otros elementos, en una cadena precisa de estímulos y respuestas. Y relata Luri que paseaba Malebranche por la Rue Saint Jacques de París con La Fontaine y otros amigos cuando una perra preñada se les acercó meneando el rabo. Malebranche se arrodilló y la acarició, y después, para sorpresa de todos, se levantó y recogiéndose la sotana le arreó una patada al animal en la tripa. Los amigos de Malebranche manifestaron su extrañeza por esta conducta, y Malebranche les reprochó su ignorancia, porque aquella perra era solamente una máquina.

Ni más ni menos. Si se la toca en un lugar, se rasca; si se la silba, se acerca y si se la patea huye. Y todo lo hace mecánicamente. Haríais más bien en guardar la misericordia para las almas humanas.

Ver en Cristiano una máquina es correr el peligro de creer que todo lo hace mecánicamente, desviando nuestras simpatías hacia futbolistas más torpes. ¡Y anda que en Valencia no hubo Malebranches dando patadas a la máquina! Si ese estilo lo inspira el “Espirito Santo” (Nuno), ganas dan de hacerse del tiro de pichón, como contestó Foxá cuando le dijeron que el Espíritu Santo inspiraba la política de Pio XII con España. 



JIMMY Y BLANCO
    La cultura socialdemócrata (“pogre”, para el culto) mola porque es una religión laica y de un solo dogma, que siempre viene bien para hacer más llevadera la catequesis. Ese dogma impone que todo (salvo el dogma de que todo es relativo) es relativo. Este relativismo es lo que lleva al “As”, el diario que amenizó nuestra adolescencia con las “pin ups” de Hebrero San Martín, a invocar al “Espíritu de Érmua” por la muerte de Jimmy, el ultra del Deportivo, en una pelea cani a orillas del Manzanares. Un relativismo cultural que es el birlibirloque que hace posible comparar las muertes de Jimmy… y Blanco.