sábado, 20 de diciembre de 2014

La prensa



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Leer los periódicos es llegar a la conclusión de que el fiscal Torres Dulce se fue porque el político de La Moncloa es gallego.

Hablando de Fraga (que le parecía, “por naturaleza, casi procesalmente un nazi”), dice Pemán que un gallego no tiene nunca un sentido jurídico demasiado exigente:

Para los gallegos el “poder” no es un sustantivo: es un verbo deslizante, es “lo que se puede”.
A Fraga Iribarne, para lo bueno, Franco le decía Fraga, y para lo malo, Iribarne, que es como uno se imagina a Rajoy en el trato con Torres Dulce, Dulce en lo malo, y en lo bueno, Torres, cuya dimisión supone su liberación del “cul-de-sac” con que Mas (el hombre del “sac”) retó aquel 9-N al fiscal (el hombre del “cul”): 544 y 545 (y al fondo, ay, el 408) del Código.

Mi simpatía por Torres Dulce viene de verlo a medianoche ir con escolta al Vips a comprar la prensa (toda la prensa) mientras yo paseaba al perro.

¡La prensa!

No creo que en la partidocracia haya otro lector de prensa (toda la prensa) como él, y eso que hoy los políticos comen con los periodistas como nunca, aunque no para dar noticias, sino para pastorear opiniones.

En la grande polvareda de Torres Dulce se nos ha perdido Pascual, del primer partido en las encuestas del CIS, que ya piensa en una Ley Pascual para la prensa:
A la hora de construir una propuesta de ley de prensa, contaremos con los periodistas españoles.
Ahora, si no eres socialdemócrata, Lassalle no te da premios y El Tuerto te apunta en el “ostrakon”, pero nada más. Podemos, en cambio, no admitirá tibios en su Régimen, y Pascual, que tiene aspecto de funcionario, no esconde el propósito de poner a la prensa a hacer gimnasia con la ayuda (monitores) de “periodistas españoles” cuyos nombres no se nos escapan.

Puedo escribir los nombres más tristes esta noche
La llamarán Ley de Defensa de la Democracia, nieta de aquella Ley de Defensa de la República que tipificaba como agresión “la apología del régimen monárquico”.