miércoles, 12 de noviembre de 2014

El truco

Liberty Valance, Ranson Stoddard y Tom Doniphon
"Ése es mi filete, Liberty"
(¿Dónde está hoy John Wayne?)


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Al final, Mas le ha merendado la cena al gobierno, cuyo ministro de Justicia no tiene otra fuente de Derecho que un académico que va en bici a Serrano a comprar el pan.

Lo que era sólido ya no lo es.

Cágate lorito, que dicen los castizos, y aquí el lorito es Carl Schmitt.
El domingo, blandiendo un sobre (de los de votar, por el tamaño) como Liberty Valance su látigo, un Mas chulángano desafió a Torres Dulce, quien, al contrario que Ranson Stoddard, se escondió en la cocina y para disimular se puso a fregar, como los castigados de Paquita la del Barrio.
Ahora, de los autores de “Y que caiga sobre ellos todo el peso de la ley”, llega el estreno de “La extrema derecha pide mano dura en Cataluña”.

La “extrema derecha” es los españoles que pagamos a pelo multas de seiscientos euracos por ir por la Puerta del Sol con un botellín de mahou en la mano (la mano blanda), y la “mano dura”, los artículos 544 y 545 del Código “de la democracia” (no de la Falange ni de Podemos) relativos, no a la secesión, como dice Espada con su pelambrera Jimi Hendrix (Jimi, ay, fue marine y tocó en Woodstock el himno americano con los dientes), sino a la sedición, que no suena tan pijo.

En resumen: las leyes son de pobres, y Cataluña es rica, rica, a lo Arguiñano.

La votación es un paso más para la democracia –resume Xavi, ex cerebro de España y “enxaneta” del “castell”.

España, un pueblo creador de formas porque es un pueblo de artistas.

Perdido en la ratonera de Casas Viejas, Azaña hizo un truco de Houdini para no aplicar (aplicarse) la ley: frente al testimonio de cinco capitanes con órdenes de disparar a la barriga, él, presidente, alegaba el testimonio de miles de oficiales que no las recibieron. Frente a cien personas que presencian el asalto de unos malhechores a una joyería, ¿cuántos millones de ellas hay que no han presenciado la fechoría?

El señor Azaña asomó por el agujero que le convino –anotaron los cronistas–, conducta irreprochable en el ratón.