sábado, 29 de noviembre de 2014

El jardín de la Mezquita

 Maíllo, Lara y Mariscal en una puerta de los Deanes

Cayo y Pedro
Éste con el nuevo certificado de jardín público del patio de los naranjos


Francisco Javier Gómez Izquierdo

 Pasea por Córdoba un joven que quiere ser alcalde. Se llama Pedro García y tiene desmedida afición por salir en todas las fotos, como el mocito feliz o ese pequeño Nicolás, inquieto y fantasioso. 
En tiempos de Rosa Joaquina Aguilar y del comunista Andrés Ocaña, el sonriente Pedro García siempre estaba allí. En la foto del periódico. Calladito y satisfecho. Los comunistas cordobeses se van retirando a sus cuarteles de invierno, pero nuestro personaje permanece en un despacho de concejal en el que no tiene cosas importantes que hacer y que le permite hacerse ver por las plazas de la ciudad, siempre con un fotógrafo de guardia a su vera. De pelo corto, vaqueros de estudiante, gafas del FBI y una estulticia infinita nuestro personaje ingenió o le propiciaron sus jefes una performance que le glorificara ante los cordobeses.

     El caso es, que el señor Cayo Lara, el jefe andaluz Antonio Maíllo, el aspirante a alcalde Pedro García y ese "bad boy"de secretario general del Partido Comunista de Andalucía de apellido Mariscal y del que ya hace tiempo dimos cuenta en Salmonetes... de su mostrenco argumentario, entraron ayer viernes al patio de los naranjos de la Mezquita con intención de montar bronca.

   -Venimos a dar una rueda de prensa.

     Eso dijeron, jaquetones y sobrados, a los guardas de seguridad que cuidan el recinto que pedían respeto. El  protoilustre Mariscal  soltó una coz oral demoledora.

     -Esto no es un patio. Es un jardín público, que lo pone en el PGOU.
   
Pedro García y José María Mariscal son dos personajes de cuidado. No se acaban de ir con los de Podemos, pero no dejan de hacer méritos, por si el salvoconducto para seguir viviendo estupendamente con los dineros públicos empiezan a repartirlo los nuevos revolucionarios.
     Un barrendero de los que llevan aspiradora para recoger las hojas caídas de los naranjos se pegó indignado a la comitiva y revolucionando el artefacto calló la boca a tan despóticos oradores, que abandonaron molestos las tablas de su teatrillo.

     El personal discute hoy en el bar si los de IU quieren vender o regalar la Mezquita a los moros, convertirla en hogar del jornalero o recalificar el “jardín” de los naranjos para construir pisos VPO que ocupen los afiliados del sindicato hermano.