domingo, 30 de noviembre de 2014

Cristóbal Martín: «Entro en éxtasis divino con una puesta de sol en Arganda»

[Fotografía: Ernesto Agudo]

Hughes
Abc

Abdul Wahid, Cristóbal Martín en el siglo, recibe a ABC en la Galería Ansorena, donde expone su colección «Mariposas del Alma», que así llamaba Ramón y Cajal a las neuronas. Es un superviviente de la Movida. A los de la Movida siempre se les llama así. En el siglo pasado supervivientes eran los de Annual. «Yo era amigo de Ouka Lele y Hortelano y exponía en la galería Moriarty. Había efervescencia, era una generación a la que Hofman había abierto el tercer ojo. Pero me interesaban otras cosas». Las formas naturales y lo espiritual. Empezó con el yoga y tres décadas después esculpe formas gen («las formas que están en todo, en lo macro y en lo micro») y se ha convertido al islam.

A Cristóbal le brillan unos ojos de español vivo y además místico. La gente con fe parece que va con el puntito. Tiene seis hijos y mantiene en el campo una comunidad sufí. «Conozco gente que se ha hecho musulmana por cómo tratan los musulmanes el agua. Yo me he ido a vivir en la montaña para ir a beber agua sin cloro, leche ordeñada y comer productos de la huerta. Todo eso te lleva al éxtasis». Lo sufí, según Naipaul, mezcla revelación y reglas junto a ascetismo y meditación.

«He seguido muchas vías espirituales. Nacido cristiano y educado en los Jesuitas. Pero estudié los Vedas, hice meditación zen e investigando conocí a un maestro que me ha mantenido veinte años practicando el islam puro. Yo soy el primer sorprendido, pero estoy agradecido. Ahora tiene mala prensa con los malos del islam, el ISIS, pero en el islam verdadero está prohibido matar a una hormiga. Mantengo las costumbres españolas, pero no como cerdo ni bebo alcohol, Aunque no tengo problema en entrar en un bar. Además, ayuno. Las fiestas se celebran en el islam ayunando. Ayunando descubres el no límite».

Qué hacer con el ego explica la infinidad de «runners» que aquí dan vueltas al Retiro como musulmanes a La Meca. Una comunidad sufí también es una reunión para fulminar el yo. «Cumplir cinco oraciones al día obliga a parar la mente y a disolver el ego en el infinito. Hoy había una puesta de sol en Arganda que me ha tenido toda la mañana en éxtasis divino. Vamos con un rosario siempre en el bolsillo. Cuando veo que estoy pensando demasiado corto y hago mantra. Repetimos el nombre de Dios muchas veces, miles de veces. Provocas un olvido del ego, un estado extático. Hay que buscar el éxtasis por vías naturales». ¿También del sexo? «Sí, claro, pero con tu mujer. El sexo halal (permitido). Por la cara que me estás poniendo veo que a ti te gusta el sexo haram».

La Movida no sustituyó los paraísos artificiales por nada. Mcnamara con la Virgen y Cristóbal con el islam son la trascendencia ochentera. Almodóvar no estudió el Corán y tiene el ego como lo tiene. El misticismo sobrevivió en Pitita Ridruejo, pero de éxtasis aquí ya sólo hablan los sexólogos. «La felicidad está en sentir a Dios. El hombre vivía antes en un estado de adoración permanente; el Partenón, por ejemplo, era un monumento a la divinidad. Antes, el éxtasis natural era el objetivo de la vida, ahora el paraíso es una casa en Miami».

El islam desprende una visión decadente del mundo. Desde el Profeta, cada generación es peor que la anterior. «El mundo actual es el fracaso de la civilización. Estamos en la cueva de Alí Babá. Todos somos saqueadores, políticos y pueblo, porque no hay valores. La gente se nutre de ejemplos, pero ya no hay una Santa Teresa». Cristóbal ha peregrinado dos veces a La Meca. «Una ciudad de cien mil habitantes que recibe cuatro millones. La humanidad allí es muy distinta, no hay propiedad ni rangos sociales. Hay un comunismo místico». ¿Qué tiene el Islam? ¿Por qué avanza? «Ofrece la fecha de caducidad sin pasar. El último profeta es Mahoma y está verde».

Antes de despedirse, confiesa que no es muy dado a lo virtual. «Hay una profecía del islam sobre el anticristo que dice que tendrá un solo ojo, brillante, hipnotizará a la gente desde Oriente hasta Occidente y mostrará un agua que no moja y un fuego que no quema. Ese ojo brillante parece referirse a la pantalla. A veces lo piensas y... ¡caramba!». Pero Cristóbal, doy fe, responde a los whatsapps.