sábado, 30 de agosto de 2014

Troskos

Leon Trotsky, el editor catalán Bertomeu Costa Amic y dos compañeros del POUM,
 Manuel Martínez ("El Guapo") y Daniel Rebull Cabré ("David Rey"). Junto a ellos, Mark Sharon,
 Natalia Sedova, Frida Kahlo, Cristina Kahlo y Silvia Agelof (México, enero de 1937)
Tomada de El Café de Ocata


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Ahora que Torres Dulce, nos dicen, ha conseguido enfadar (?) a tirios y a troyanos, hay que hablar de los troskos.
    
Los troskos son los chicos de Trotsky, el tío de la revolución permanente y las puertas del partido abiertas a todo el mundo y no sólo a quien le caiga bien al portero. O sea, Podemos, cuyo cerebro no sería Monedero, que tiene publicadas sus obras completas en el Twitter de Llamazares, su ex jefe, sino Urban, hijo de un concejal de Las Rozas, pues de casta (¡la casta!) les viene a los nuevos galgos.
    
Se supone que, en el mundillo revolucionario, el stalinista mata, y el trosko, liga, con lo cual se hace luego uno el lío.

    –Yo sabía que Ramón Mercader había matado a Trotsky, no que fuera un asesino –dijo un día, marilolando, marilolando, Sarita Montiel.
    
La perla la he visto en el escaparate de Gregorio Luri, que con lo de Trotsky tiene puesto un criadero.

    Así, y obtenida de Julián Gorkin, la confesión de Stalin al jefe de los espías soviéticos, Dzerjinsky: “Escoger la víctima, preparar cuidadosamente el golpe, vengarse implacablemente, y luego irse a dormir... No existe nada más dulce en el mundo”.

    Y así, en resumen del propio Luri, el sexo y la revolución en Coyoacán: Trotsky tirando los tejos a Cristina Kahlo, que se entiende con su cuñado, Rivera, y le dice a Trotsky que ni hablar, lo que aprovecha Frida para liarse con “el viejo” a espaldas de su marido, un Diego convencido de que el día en que triunfe la revolución trotskista, él será el primer consejero del líder.

    Guillermo Kalho, padre de Frida y de Cristina, nota algo raro en el entorno del ruso recién llegado a Coyoacán, pero él no es político y no sabe quién es aquel seductor de sus hijas.

    –Un día, para prevenirlos a todos, le dijo a Frida que quería hablar con Trostsky: “Quiero aconsejarle que no se meta en política. La política es siempre muy mala”.
    
Que es el consejo que los Torres Dulces, al paso que vamos, acabarán dando a Pablo Iglesias.