miércoles, 20 de agosto de 2014

La Complu



El alimento de la juventud



Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Universitariamente, los españoles no pintamos nada en el ranking de Shangai, donde tampoco tienen por qué saber que la dama de Shangai, Elsa “Rosalie” Bannister (Rita Hayworth), era en realidad hija de un bailarín de Castilleja de la Cuesta.
    
Los que hemos pasado por “la Complu”, ese parque temático de Carrillo, sabemos por qué los españoles no pintamos universitariamente nada en el ranking de Shangai, pero los carrilleros achacan la ruina, como Simeone, al presupuesto.

    –Con quinientos millones de presupuesto, ¿cómo vamos a competir con Harvard, que tiene dos mil?
    
Hombre, quinientos millones es el presupuesto del Real Madrid, y ahí tienen lo que mundialmente cunden en manos de Florentino Pérez o de Pepe Carrillo, quien, por cierto, no vive peor que Ronaldo, que también juega cuando y donde le da la gana.

    Con lógica complutense, si Harvard, con dos mil millones, ocupa el primer puesto del ranking de Shangai, “la Complu”, con quinientos millones, debería ocupar el cuarto. Y nadie la ve.
    
Lo que se ve es el profesorado. Los más famosos, Iglesias y Monedero, a los que quiere unirse Gil Calvo, que además de funcionario y sociólogo (¡el progre perfecto!), es columnista “highbrow” obligado por las fechas, dice, a “escribir columnas sobre temas refrescantes”, razón por la cual dedica un artículo de fondo (o de fondillo) a Podemos, “el partido más ‘cool’ y ‘sexy’ del actual ‘casting’ político”. Y con esto la instancia ya está echada.

    Lo de “highbrow” (y su contrafigura “lowbrow”) es terminología que puso de moda hace cien años el “Times”, para cuyo editorialista el “highbrow” profesional (Gil Calvo, por ejemplo) es insoportable, pues de él procede ese “faux bon”, esa mala bondad de tantas cosas que nos rodean con prestigio falso.

    –¡Abridme, que soy de los vuestros! –suplica el sociólogo “highbrow”.

    Pero la pregunta inquietante es de qué darían hoy clase en Shangai dos tipos de la indigencia cultural de Iglesias y Monedero.