viernes, 29 de agosto de 2014

Father of the dragons

Dragón español

Hughes
Abc

La presentación de la tercera camiseta del Madrid, la del Dragón, ha traído alguna polémica (llamémosla así). Ussía, por ejemplo, ha criticado la horterada que en su opinión introduce el dragón. Ya la camiseta rosa ha tenido algunos detractores, pero si John Wayne se disfrazó de conejo rosa creo que a Illarramendi no le pasará nada por llevarla.

Pero más allá de lo estético, a mí la camiseta del dragón me interesa por otros aspectos. El primer día me reí, pero pasadas las horas, me di cuenta de que la figura del dragón se me había quedado en la memoria, y que tomaba forma igual que algunas imágenes adquieren un relieve casi previsual tras el alcohol. Recordaba ese dragón con un puntito de repugnancia y me lo imaginaba en tensión, en movimiento. Y pensé en mis sobrinos, a los que quiero hacer madridistas, y en lo difícil que tendría para hacerlo dada su tierna edad. ¿No es el dragón un poco inquietante para el niño? Incluso para el adulto: a mí el dragón me da yuyu. Pero es que luego me acordé de la letra del himno: “Noble y bélico adalid, caballero del honor”. El señorío, vaya. El Madrid tenía algo del ideal caballero metido a sportman, algo de pequeñito héroe. El Madrid mataba dragones. Era caballeresco y los liquidaba para conseguir a la princesa, que era la Copa de Europa.

Un tuit de David Álvarez me alertó: El Madrid cierra el círculo y hace reproducciones de camisetas chinas.

Y es verdad, el dragón es China, pero no sólo. En Europa tiene también una importancia cultural enorme. Y no sólo porque la Khalessi sea la “Mother of the dragons” (el Emperador era el hijo del dragón, ¡como si la estirpe fuera Dragón-Florentino-Benzema!)

El dragón, para nosotros, es algo oscuro, negativo. Es el caos, algo monstruoso, aquello que hacía desaparecer el héroe.

Por eso se me hace raro ver al Madrid, paladín caballeresco del balón, entregado al dragón. ¿Puede haber señorío con un dragón en el pecho, que parece eso una solitaria? Imaginen que Julio Iglesias se metiera en un monasterio a lo Leonard Cohen y le cantara a la contención. Se hace raro.

Como si tras la Décima ya se sobrepasara esa lógica del bien/mal y la Copa de Europa como elemento ordenador, reconstituyente de sentido. Ahora el club se pone el dragón, que no es el dragón circular sino un dragón entrelazado, yin y yang. Un dragón totalizador, mítico, benéfico. Como si el Madrid superase su rollo filosófico del bien/mal, la cábala de las Copas de Europa, hacia un universo distinto, raro, orientalizado y no dialéctico. Un Madrid un poco manga.

EL Madrid sufre una fuerte transformación. La camiseta, el estadio, los himnos (¿Y las mocitas?) el propio escudo. Un amigo me hace notar que ya se retiró la cruz que reinaba sobre la corona. Se entiende que la universalidad estaba por encima. Pero es curioso. También desaparece el Fondo Sur tradicional y hasta tiene su gracia: del Drakkar, el barco de los vikingos con forma de dragón, tan caro a los ultras, se pasa al dragón oriental.

Lo peor será cuando algún cachondo, aprovechando lo del Drag y lo del Real titule: “Drag King de Europa”. Ay.