lunes, 11 de agosto de 2014

Donde Carletto dijo Diego


La portería madridista


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Donde Carletto dijo Diego, decía, en realidad, Casillas, prueba, ay, de esa habilidad italiana, tan acreditada históricamente, para comenzar en las guerras del lado de quienes las hacen y terminar del lado de quienes las ganan, que casi nunca son los mismos.

    Diego López (canterano, español y mayor de edad, las tres virtudes teologales del piperismo) volvió al Madrid por la política de Mourinho, que es la misma que, en el mar, la de la gran flota inglesa (“policy of stead y pressure”), y su accidentada estancia ha servido, al menos, para desenmascarar al sindicato de prensa.

    Los porteros no son futbolistas, tiene dicho David Vidal (que habla del fútbol como del latín); son especialistas, pues juegan con las manos, no con los pies.

    Pero esos eran los porteros antiguos, o porteros gatos, bajitos y elásticos, mientras que los porteros modernos, o porteros leones (piénsese en la heráldica), son altos (rampantes, para los balones aéreos) y con pies de claqué.

    Mi primer portero asociado a la figura de un león fue Ñito (Cipriano Antonio González Rivero, canario del Granada, de quien en las conversaciones picantes se decía que tenía la merienda de un león) y mi primer portero asociado a la figura de un gato fue García Remón, que también fue mi primer Mariano, a quien el periodismo setentero, que ya despuntaba maneras, consagró como “Gato de Odesa”, en pleno “boom” de “The Odessa File”, la novela de Frederick Forsyth.
 
Diego López es portero león, hecho para reinar en el área, como Neuer.
 
Casillas y Navas son porteros gatos, hechos para maromear en los palos.

    Los porteros leones leen el juego como si fuera el aire de la sabana. Los porteros gatos leen libros: “Perdona si te llamo amor”, en el caso de Casillas, y en el caso de Navas, la Biblia ("algunos salmos", precisa el As) , como el Clint Eastwood de “El jinete pálido”:

    –…y contemplé un caballo pálido. Y el nombre de su jinete era… la muerte. Y el infierno le seguía.
 
Lo primero (desde el Génesis) que la Biblia enseña a un portero es que el pecado está a la puerta (no dentro, todavía) y que la solución la tiene Caín, enojado porque el Señor ha mirado la ofrenda de Abel con agrado.

    –Todo esto no tendría que durar –dice el príncipe de Salina, pero durará siempre. Y luego será distinto, pero peor. Nosotros fuimos los Gatopardos, los Leones. Quienes nos sustituyan serán chacalitos y hienas, y todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuaremos creyéndonos la sal de la tierra.
    
Carletto acabó por dar vuelta al calcetín lampedusiano: “Si queremos que todo cambie, es preciso que todo siga igual.”

    Con lo que Pepe, que pasaba por ser el más simple, resultó ser el más listo.
 
De momento, a Keylor Navas (¿le diremos Keylor o le diremos Navas?) le ha caído, a modo de reto, un 13 en la espalda: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. Mateo, 7, 13-14.


Redes peligrosas

SEX BOMB

    En la tierra de Tom Jones, que hora es la de Bale, el Madrid presenta su “Sex Bomb”: la colección de Airgam Boys más completa que se recuerda y que Florentino Pérez ha puesto en las manos de Ancelotti para pelear por la Supercopa de Europa (valga la hipérbole) contra un Sevilla que todo cuanto tiene para colocar sobre la mesa son las coderas encarnadas de Émery. “Si tú eres un gran general –dijo famosamente Sila a Mario–, acércate y lucha.” “Si tú eres un gran general –fue la respuesta no menos famosa–, hazme luchar contra mi voluntad”. El vértigo de una victoria sevillista es una broma ante el vértigo de una derrota madridista.