miércoles, 26 de febrero de 2014

Verificaciones

Asturias, 1934


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    El principio de verificación dice que si a una gallina le das de comer un día, otro día y otro día, al día siguiente también le darás de comer.

    Entonces Popper dijo que la validez de una hipótesis no depende de las veces que se repita un experimento, pues basta un solo resultado negativo para probar su falsedad: al día siguiente, en efecto, a la gallina no le das de comer, sino que le cortas el pescuezo. Es el principio de falsación.

    Y es una pena que no sea la BBC la que verifique el estado de la Nación, pues allí veríamos que a Rajoy, en tanto que jefe de gobierno (la sartén por el mango), le sirve el principio de verificación (cada día, un brote verde a la gallina), mientras que a Rubalcaba, en tanto que jefe de la oposición, sólo le vale el principio de falsación (matar a la gallina, y no creo que la falta de sartén impidiera a ese hombre rebanarle él mismo el pescuezo).

    La gran verificadora de España es Inglaterra, y no sólo por la performance etarra del otro día en la BBC. Ahí está su Peñón (que ahora pretenden coronar de rascacielos), desde el que se divisa toda la península. Ahí están sus hispanistas, cuya fama les precede en los restaurantes. Y ahí están sus señoritas Wilkinson.
  
En el 34, tras el golpe asturiano de la izquierda contra la amada República, Inglaterra nos envió a una de sus mises socialistas, Wilkinson, a verificar la situación en compañía de los señorines Listowel, Katz y Bourthoremiens.
  
Vinieron a España –escribe Cambaen la creencia de que iban a conocer un país muy raro donde los revolucionarios se encargaban de custodiar el orden público mientras las clases conservadoras instigaban al Ejército para que asaltase los Bancos, destruyese las catedrales y asesinase a los sacerdotes; pero, una vez aquí, resultó que lo único raro eran ellos.
  
Tan raros que, al acercarse los periodistas al auto de los verificadores, miss Wilkinson sacó la lengua y cerró, ¡zas!, la ventanilla.