jueves, 14 de noviembre de 2013

JFK


El burdo imitador de Camelot


Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Mi primer recuerdo de la vida es el entierro de JFK en la TV de una vecina, hace cincuenta años.
    
Aquel día, en aquella casa, todos hablaban de “guerra”, que era oír la palabra y encogerse uno como los fantasmillas del Pacman. La sensación iría a más con los asesinatos de Luther King y Bob Kennedy, que mi padre nos leía en el periódico. América, en efecto, era “a thrill a minute”, y acaso aquel espíritu de fiesta de los 60 no fuera otra cosa que la verbena de creer que el mundo se iba a acabar en un pispás.

    ¿Qué mundo era aquél?

    El mundo JFK.

    –Franco no sintió la muerte de JFK –concluye el estudio historiográfico de un español que no ha llegado al “no hay mal que por bien no venga” con que el general recibió la muerte de Carrero.

    El mundo JFK es el mundo de Jack y Jackie en su Camelot de la Casa Blanca, a la que Jack se refería como “la finca”.

    Jack era joven, era guapo y, con el “boom” de la TV, eso fue todo.

    Tenía una opinión de las mujeres (sostenía que carecen de talento político por naturaleza) que disgustaría a Elena Valenciano y María Soraya, y, sin embargo, como buen demócrata (Jefferson, Roosevelt, Johnson, Clinton…), no se separó de ellas.

    Perdió todas las guerras, pero tuvo el acierto de nombrar, contra la opinión de todos, incluido su hermano Bob, un mourinhista “avant la lettre”, a Lyndon B. Johnson, el Claudio de la tragedia, un demócrata (el único) con principios y el don divino de la metáfora.
    
Es quien me quita el olor a catolicismo –fue la explicación de Jack a Galbraith.
    
A Galbraith, precisamente, llamó un día LBJ. “Está descansando, señor presidente”, le contestó su ama de llaves. “Bueno, que se levante. Quiero hablar con él”. “Lo siento, señor, no puedo. Yo trabajo para él, no para usted, señor presidente”. Cuando despertó, corrió el profesor a enmendar el desaire, y aquello “fue puro Johnson”:

    –¿Quién es esa mujer que trabaja para ti? ¡La quiero aquí, en la Casa Blanca!