sábado, 19 de octubre de 2013

La calle Vitoria

 El pueblo de Gamonal
La iglesia de la Antigua

La Antigua entre ladrillos
[El jovezno Lacalle, pepero de gustos progres,
 ha acabado con la plaza de toros... y acabará con la calle Vitoria]


Francisco Javier Gómez Izquierdo

        Dejo a mi gente en los Gamonales burgaleses un mucho mosqueada por la ocurrencia municipal de romper la calle Vitoria con el único fin de gastar dinero que no se tiene,  y sobre todo, quitar aparcamientos, ese vicio de alcaldes.

         Parece ser que se van a tirar muchos millones de euros por capricho de unos pocos, para que la calle Vitoria, la calle interminable de la Nacional I, se convierta en boulevard ó algo parecido, que no es elegante exigir precisión al flotante cuerpo de ediles.

        Si la patria es la infancia, la Demanda y la calle Vitoria son la mía. Los labradores de los pueblos se fueron a la capital a convertirse en productores de la Firestone, la Scala, la Vidriera, la Gonvarri, la San MIguel... Era el Polo de Promoción. Se construyeron mil viviendas a lo largo de la carretera de Vitoria para hombres serios y formales que sufrieron muchas fatigas para pagar sus hipotecas y dar estudios a la prole. Eran de estirpe nada quejumbrosa que confiaban en su esfuerzo y no en el del Estado y que los fines de semana segaban hierba en Soncillo y sulfataban los cerezos en el Valle de las Caderechas. De seguido venía el pueblo de Gamonal y un poco más arriba de la Iglesia que fue antes que la catedral, plantaron un solitario bloque desde el que se divisaba la Cartuja, una ataúd de  piedra mecido por pinos verdes. En ese bloque de la calle Vitoria compró piso mi padre y para ayudar a pagarlo cosíamos mocasines y zapatos de la clase castellanos por las tardes. Teníamos pocos años, pero el carnét del Burgos ya nos era imprescindible.
       
He sido testigo de cómo se iba uniendo Gamonal con las Mil y cómo se acolmenaban las huertas que nos separaban del barrio de Capiscol. Se desvió la circulación de la nacional y la calle Vitoria, la más larga de Burgos, permaneció como ancha arteria. Y entonces llegaron ellos... con ganas de incomodar y tocar las narices y han resuelto levantar la calle y hacer un boulevard o lo que sea para que se lo agradezcan aquellos hombres que salvaban auténticas lagunas cada mañana para ir a la Plastimetal o tenían que calzarse altas botas en la aventura de atravesar Eladio Perlado de camino a Campofrío.
     El caso es que la cosa está decidida y el Ayuntamiento de Burgos y sus  mentores, con el agravante de disparatado gasto, van a destrozar mi calle. A la que vi crecer y a la que tanto quiero.