jueves, 20 de junio de 2013

Esperando a Montoro

Manuel Jabois

Por tercera semana tuve que fajarme en el Congreso; en la puerta, concretamente. Cada vez que me acerco a la democracia me dejan fuera. Nunca sé si el problema es que no tengo acreditación o no doy el tipo. Al final, cuando estoy a punto de rodear el Congreso, siempre sale Luis Ángel Sanz a ayudarme. «A Tejero con esta burocracia lo hubierais dejado en la calle», digo al pasar. Luego tengo que aguantar que los colegas se rían de mí porque diga que yo en el Congreso empezaré «en septiembre», como si estos días tuviese a las metáforas de pretemporada. Y no es eso: es que en septiembre voy a poder entrar.
 
Una vez dentro, tampoco es para tanto. Posada, por ejemplo, da más juego fuera. El otro día me lo crucé bajando la Carrera de San Jerónimo mientras le atizaba a un puro gigantesco y parecía, rodeado de gente, que Posada acababa de ocuparse de un chivato.

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