viernes, 8 de marzo de 2013

Ohohoooohhh, llama voraz


José Ramón Márquez

José Tomás no se arregla con Aguascalientes y a decir verdad no se arregla con nadie, que a ese hombre, por lo que se ve, nada le va bien. Serán los recortes. Ha hecho su ERE particular y ha devuelto a Salvador Boix a las manos de las musas,  de Euterpe en concreto; un sueldo que se ahorra, y ahora es él quien, investido de la autoridad que da el ser el único poseedor de cuatro PPPP (Prestigiosos y Pingües Premios Paquiros), como quien dice cuatro Oscar de la Academia Abrileña, y aprovechando que el toreo en sí mismo no le quita mucho tiempo, se dedica a negociar sus dineros él mismo; que el ojo del amo engorda el ganado, eso no hay quien lo discuta.

Por ejemplo, se va Aguascalientes y le dice al de la empresa que, en loor a la sangre derramada, le tiene que dar hasta los calzoncillos de Calvin Klein; le dice que por verle a él en la Plaza hidrocálida hay que poner una cifra con cinco o seis ceros lo menos, o siete… lo que le venga en gana, que él como deidad puede pedir lo que se le antoje. E incluso, como Peter Ustinov y ante la solicitud de un adepto: «¡Cántanos algo, Divinidad, cántanos algo!», tomar la lira y cantarnos: «Ohohoooohhh / Llama voraz / Ohohoooooohhh/ Terrible Deidad / Omnívora fuerza atroz… » etcétera, para acto seguido, cornada por cornada, meterle la mano hasta las entretelas del bolsillo al empresario y sacarla llena de biyetes, biyetes, que la pasta de Aguascalientes, como la de Nimes o la de Badajoz, no huele.
 
Patéticamente la pétrea deidad se guarece tras las cifras millonarias para no encarar sus grandes verdades ocultas: que no quiere líos, que le encantaría tener arrestos para poderse anunciarse en Madrid con una corrida de Madrid, que el recuerdo de los golpes recibidos cada vez pesa más en su ánimo, que su tren se pasó…

Hace unos días un entusiasta Fernando Cámara dictó una conferencia en Fuengirola titulada «José Tomás. Temporada 2012 (Badajoz-Huelva-Nimes)», clavo ardiendo de los adeptos, transidos del síndrome de Stendhal, que se agarran a esa ilusión proclamada en Badajoz, en Huelva, en Nimes,  de los que se conforman con la triste mueca de un torero festivalero que se traviste de seriedad impostada para tapar que  frontalmente  renuncia a vérselas frente a la única verdad inmutable de la Fiesta: la seriedad del toro.