viernes, 22 de marzo de 2013

Lanzas, preso

Sastres de penitentes

Francisco Javier Gómez Izquierdo

Cuando empezó todo este negocio de los Eres, quedó muy señalado un señor de la parte de Jaén contra el que incomprensiblemente no actuó entonces la autoridad judicial. En Salmonetes... hicimos un recordatorio de sus modos de hablar y actuar, y la capacidad que tenía para, desde el sindicalismo, disponer y repartir grandes cantidades de dinero controladas, en teoría, por la Junta de Andalucía.
         
Juan Lanzas hacía antaño muy buenas migas con el señor Zarrías y su valida Mar Moreno, una abogada metida a jefa de maestros, por ser los tres de la tierra del Santo Reino... y es verdad admitida que en la Junta no se movía un papel sin que lo supiera Don Gaspar, futbolista que fue del Atlético de Madrid y uno de los mejor informados sobre la catalogación de los delitos, cuya gravedad depende de quien los cometa.

      No sabemos hasta qué punto sacará la cara Don Gaspar por “su” sindicalista y si éste explicará convincentemente el origen de los sobres con billetes de 500 apilados debajo de la cama, como parece costumbre entre alcaldes andaluces de progreso, pero lo verdaderamente interesante está en saber quién autoriza y saca de la caja los billetes que hacían millones. El Guerrero vicioso, siendo Director General de Empleo, es un mindundi  al lado de este Lanzas con barba de psicólogo que guarda el dinero como los narcos colombianos y junto al que  van a ir apareciendo personajes de los que uno ha oído hablar por tener la mala costumbre de juntarse con todo tipo de delincuentes. No todos  son duchos en los códigos de la germanía y podrían “chotarse” sin querer... pero no ha de extrañar que en un virreinato en el que el virrey tiene un hermano encargado de adjudicar las obras del territorio y otro al frente de una constructora especializada en polideportivos y piscinas, a los Lanzas y Guerreros se les obligue a comerse el “marrón” de todos, a la espera de que uno de los que de verdad mandaban se muera.
     
Entre delincuentes, se sabe que la culpa siempre es del muerto. Veremos...

Delitos en palacio