lunes, 25 de marzo de 2013

Del pastel que se prepara con los Victorinos y Gallito de Taurodelta

Talavante

José Ramón Márquez

Ayer, a la salida de los toros nos fuimos donde Leandro a quitarnos el frío. De pronto, en la TV que tiene puesta donde antiguamente estaban colocados los retratos de Antoñete y de Curro, aparece un reportaje sobre Talavante, con los Victorino en Las Tiesas. «El torero que nunca ha toreado un Victorino se encerrará con seis en Madrid», decía el locutor y a continuación venían unas imágenes de  Talavante toreando una vaca y unas declaraciones de Victorino -hijo- encantado con la «gesta».
 
Miré los carteles a continuación y vi algo sorprendente: la corrida de Victorino, que tantos años ha sido la corrida con la que finaliza la Feria, queda este año incluso fuera de la conocida como «semana torista» y se programa para ¡un sábado!  Tate, tate.  ¿Victorino un sábado? ¿Victorino el día que muchos abonados regalan las entradas al frutero, al portero de finca urbana, al compañero de trabajo o al amigo parado? ¿Qué diantres es eso de meter de tapadillo una de las corridas que despierta más interés en Madrid en una fecha digna de los rejones, de público amable y bizcochón?

Ahí vamos. Los mentores de Talavante,  Gallito de Taurodelta, no están dejando nada al azar. Para evitar que la cosa no salga como se espera y se pueda chafar la temporada que tienen pergeñada, hay que asegurar el triunfo talavantesco al precio que sea. No cabe duda, porque existen suficientes precedentes de esto, que Victorino le suministrará dos toros de los de su «caja B», de esos feos, descolgados y tontos que le garantizarán al torero el movimiento constante del toro, que es lo que en nuestros días enloquece a las masas; con que Talavante ofrende sus pases al paroxismo que se desatará por el incesante trote del animal, el triunfo estará servido.

El ganadero pondrá lo que debe, el torero tiene oficio de sobra como para salir airoso del trámite, la Empresa ha maniobrado para que el público madrileño sea ese día un poco más amable, la TV habla ya de «tarde histórica». Apostar en estas circunstancias por el éxito de Talavante no tiene mérito.

Pero una cosa es el triunfo y otra el toreo. De lo segundo, ya hablaremos.