domingo, 30 de diciembre de 2012

La guitarra de Cepeda


Alberto Salcedo Ramos

Marrugo, profesor de música en varios colegios de Barranquilla, es un ferviente admirador de Cepeda.

Por eso recibió con alegría el anuncio de que Cepeda estaría en Barranquilla el 21 de diciembre de 2012.

De inmediato adquirió dos boletos para asistir a la presentación: uno para él y otro para Norelis Castillo, su mujer.

La noche del concierto, impresionado por la cantidad de asistentes que había en el Estadio Romelio Martínez, Marrugo le comentó a su esposa que muchos de esos espectadores eran esnobistas: querían ver a Cepeda porque se ha puesto de moda gracias a un reality musical.

Él, en cambio, se jactó de no ser un fan ocasional arreado por la barahúnda mediática, sino uno de los seguidores más antiguos de Cepeda: tiene todos sus discos y ha estudiado su canto.

Marrugo recuerda que en el ambiente se percibía una alegría contagiosa. Por un lado, el público estaba a gusto con la actuación del cantante. Coreaba las canciones, estallaba en aplausos una y otra vez. Por el otro, el cantante retribuía el afecto con frases lisonjeras. En un momento de frenesí decidió, además, arrojar su guitarra hacia la multitud.

La guitarra cayó directamente –¡oh, sorpresa…!– en las manos de Marrugo. Al instante varios seres enloquecidos lo tenían rodeado. Mientras intentaban arrebatarle el instrumento a la fuerza, iban profiriendo insultos y amenazas.

Marrugo se zafó como pudo de la chusma y huyó hacia un espacio descampado. De ese lado surgieron varios agresores mucho más violentos que los primeros. Uno de ellos le caminó a patadas. Sin embargo, Marrugo siguió aferrado a la guitarra.

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