lunes, 3 de diciembre de 2012

Derbi: "Talk is cheap!"

 Estadio Santiago Bernabéu, 21,20

 El derbi

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Se suceden los prodigios que anuncian un desenlace maya.

    Si en Barcelona el chiquillo de Messi fue a nacer a las 17,14, hora bruja del independentismo catalán, en Madrid la “decline and fall” del mourinhismo se esperaba a las 21,20 de la noche del derbi, hora señalada por el “agit prop” para dejar a Mourinho sólo ante el peligro.

    En la película de Fred Zinnemann, el sheriff de Hadleyville, Will Kane (Gary Cooper), recién casado con Amy (Grace Kelly), planea trasladarse a una capital más civilizada, donde ya tiene reservada casa y colegios, mas de pronto corre el rumor de que unos piperos llegarán al pueblo en el tren del mediodía para pegarle una pitada a Kane.

    Pero el Bernabéu es un estadio de última hora, y a las 21,20 sólo estaban en el césped Mourinho y los descamisados del gorrioneo periodístico, que se llevaron un chasco.

    –Mis queridos descamisados –decía en estas ocasiones Evita–. Yo soy el pequeño gorrión de una bandada inmensa, a quien Perón, el cóndor que domina las alturas, enseñó a volar cerca del cielo.
    
Evita gorrioneaba como “abanderada de los humildes”, como Mateu, que para quitarse el sambenito de ser “el árbitro favorito de Mou” mata la Liga en Sevilla con el “Titoteam” y regala a Messi el autogol de Amorebieta en Barcelona. Mateu sabe por la Escuela Europea de “coaching” que Messi es el campeón mundial de la Humildad, argumento de Blatter y Platini para suplicar otro Balón de Oro para el zagal.

    Para zanjar el tabarrón de la humildad los americanos tienen un latiguillo incontestable: “Talk is cheap!”.

    Hablar es barato.

    Por eso América es la NBA, y España, la LFP, organizadora del inolvidable espectáculo Levante-Real Madrid, con Muñiz, un árbitro engominado a lo Steve Buscemi en “Boardwalk Empire” negándole a Cristiano la cuenta de protección por el Knock Out del central Navarro.
    
Uno entiende que a Cristiano le pegue Juanfran: yo, siendo igual de feo, también pegaría a James Dean, si quisiera entrar por mi banda. Pero es que a Cristiano le pega todo el mundo, porque los árbitros ven en esos palos un castigo a la soberbia.

    En fin, gran derbi, a la antigua, el del sábado.

Con el Madrid reducido a dos hombres soberbios, Pepe en defensa y Cristiano en ataque, el Atlético plantó en el Bernabéu el aparato defensivo alemán de las playas de Normandía.

    –Partido táctico. Así no hay manera de divertirse –me dijo un pipero al cambiar de bolsa.

    Pero yo me lo pasé bomba hasta con Undiano, el árbitro que quería ser Zariquiegui, pero a quien el sábado faltaron orejas (¡aquellas orejas zariquieguinas!) para oír el frufrú de las marrullerías simeónicas del Atleti, con Diego Costa de Joe Pesci en todos los corrillos. Undiano veía, pero no oía, porque su obsesión es quitarse de encima la mancha de haber sido el árbitro de la final que perdió Pep, no por el cabezazo de Cristiano, sino por “un fuera de juego muy fino”.

    Hablar era barato, antes del derbi. Tres zapatazos y una asistencia de Cristiano después, todos éramos yanquis: “Money talks!”.

    ¿Cuánto pagarían los mayas por este tipo?

 Las pipas

CASILLAS Y “FALCADO”
    En el gol de Cristiano, Casillas puso cara de estar oliendo a chotuno, y todos nos acordamos del niño polaco y la virgen de Navalacruz con que la prensa explicó la cara de bofe casillesca en otro gol de Cristiano (el último al City). Entonces descubrimos que a Casillas le puede más la tristeza del portero extraño que la alegría del delantero propio. El delantero ajeno era “Falcao”, que hizo un “busquets” (una fingida) con Sergio Ramos y salió del Bernabéu como “Falcado”, forma castiza del doctorado “in albis”, o fracasado.

Las alineaciones

 El césped

 Hoy, el increíble caso del hincha atlético que afirma haber visto a su eequipo ganar un derby

 El debut de José Rodríguez

La cena en el Txistu, como indica la flecha,
que el editor debía a Hughes, entre Javier Espiniella y Bustos Táuler

@hughes_hu .Txistu shore. Parezco risitas. El fotógrafo era pipero pipero.