viernes, 21 de septiembre de 2012

Dimisión

Ray McKinnon haciendo de Reverendo Smith en Deadwood

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Esos forenses de “Bones” que son los periodistas políticos analizan los huesecillos de la dimisión de Esperanza Aguirre como hicieron sus padres con los de la de Adolfo Suárez, pero todavía no aciertan a decirnos si peligra Eurovegas.

    Contra Eurovegas se han alzado dos representantes de la moral, el obispo de Getafe y el jefe socialista de Madrid, que ven en el casino un ataque a la ikerxavización de la juventud.
    
La moral como estética de las costumbres, que dijo Fouillée.

    A mí me parece más corruptor un manual de Epc que una tragaperras, pero tampoco sabría uno decir qué resulta culturalmente más nocivo, si la noria de Jordi González o la ruleta de Sheldon Adelson.
    
Los milicianos que en el 36 fusilaron al Corazón de Jesús no parecían jugadores de blackjack, y los argumentos del obispo de Getafe para oponerse al establecimiento de Eurovegas en su diócesis son los mismos que en los 50 manejaba el obispo de Burgos, Platero, para que la fábrica de furgonetas DKW no se estableciera en la suya, controversia que se zanjó llevándose la fábrica a Vitoria, donde no parece que los alaveses superen a los burgaleses en consumo de lechazo, el auténtico vicio castellano.
    
Uno, que quisiera convertirse en el Xavier Cugat de ese gran complejo kitsch, sueña con un Deadwood atestado de personajes HBO: un Tomás Gómez haciendo de Reverendo Smith (Ray McKinnon) o una Rosa Regás impostando el de Calamity Jane. Juntos, extraeríamos de los bolsillos de los ludópatas esas monedas que tanta falta nos hacen.

    La alternativa, señor obispo de Getafe, serían esas dos películas ofrecidas por Pe para mitigar el paro en la región: nos reportarían un carné sindical, como quiere Almudena Grandes, pero moralmente…

 ¡Qué sé yo moralmente!