viernes, 24 de agosto de 2012

Lo mejor de la ganadería de Fraile, algunos Fraile (los gracilianos de Carolina Fraile)

¿Y qué dice Matías?

José Ramón Márquez

A uno, que sólo tiene afición a ver los toros en la Plaza y que detesta las retransmisiones por televisión de las corridas, siempre le ha gustado mirar las reseñas para ir siguiendo la actualidad. Hace muchos años te leías la de don Antonio Cañabate y a la cosa de los toros le añadías el gusto de leer a un señor que escribía estupendamente. Mucho después te leías a Joaquín Vidal y te llevabas la sólida impresión de que el que escribía era un aficionado, que podría equivocarse como todos nos equivocamos, pero que mantenía la independencia de criterio del que se sienta en el tendido y que sólo es ‘del que lo hace’.

Ahora, gracias a estos medios electrónicos, casi desaparecidas de la prensa la calidad en la escritura y la independencia en el criterio, es en la red donde podemos encontrar opiniones que explican las cosas fuera de los manidos caminos de la cargante crítica -acrítica- taurina.
Si tomamos, por ejemplo, la corrida de ayer en Bilbao, nos encontramos con el ditirambo indiscernible de la cosa oficialista y la visión más próxima a la realidad del que pone su opinión de aficionado.

Siendo la de ayer una corrida de los Fraile, lo inmediato era acudir a leer a Barquerito, que es el gran degustador de esos toros, especialista en todo el tejemaneje de atasardios, lisarnasios y autor de impagables aportaciones a la literatura taurina como ‘el toro bobito’ y algunas otras, de las cuales bastantes de ellas han pasado por mérito propio al acervo de los revistosos, llegando a tomar carta de naturaleza como expresiones de gran connoisseur, título que Barquero se ha ido ganando a pulso, con especialización, como se dijo, en todos las jeribeques lisarnaseros del ganado que crían los Fraile por la parte de Tamames.

Corazón partido el del Barquero entre July y los toros de los Fraile, resumido en su entradilla: ‘Con un bravo toro de Moisés Fraile, una faena de antología por su variedad, exuberancia (sic), calidad y poder’ resalta la fantasiosa pluma del Barquero al glosar ese bravo toro al que retrata como ‘de muy vivo brío pero de apoyos desordenados’ toro que, pese a su brío y su bravura, ante el poder de la muleta julianesca ‘se rebotó un poco’ y ‘estuvo por claudicar’. July, sabio, le dejó tomar aire antes de volver a la carga, pero ‘abriendo al toro lo justo para acompasarlo’. Tras la demanda de un espectador -en este caso no era un reventador- el Importancias de Velilla toma la zurda para dar trece naturales en tres tandas -¡Gallito con los Martínez!, pensarán algunos-, ‘tan baja la mano que se veía el palillo por debajo de las rodillas (¿?)’ En conjunto, para el hagiógrafo de los toros de los Fraile, ‘como la embestida tuvo un punto protestón -la casta-, no fue faena caligráfica sino de chispa antigua’, faena compendiadora en la que el Pequeñín de Velilla toma, según Barquero, los más diversos modelos, que el cronista reseña con delectación: Julio Robles, Manolo Dos Santos, Luis Procuna, Mondeño... En suma, el crítico califica la corrida como de ‘bravura antigua’, pues ‘tuvo la personalidad, la seriedad y ese carácter mutante e intranquilo propio de los toros de El Pilar’ que ‘no se dan por batidos ni siquiera toreados a pulso’. Bueno. Basta con eso de Barquero, que marean un poco tantísimos conceptos.

Al otro lado de la cuerda, la afición. Eneko Andueza en ‘El Chofre’ ve así, sin palabras extrañas, sin líos semánticos, con clara simplicidad el asunto: “Toreo populista, despatarrado, de muletazos largos, sí, pero de aquella manera, de los de citar descaradamente fuera de cacho, engancharlos con el pico y echárselos para afuera todo lo posible. Cierto es que el torito era un invalidote propio de devolución que terminó viniéndose un poco arriba tras el simulacro de suerte de varas que recibió’, y eso ante el torete de los Fraile, que ‘era el paradigma de la dulzura, de la nobleza, de la bobaliconería. Como para llevárselo de paseo con una correa por el Arenal, vaya. Metía la cara con inmensa nobleza, embestida pastueña, suave, dócil. Ese torete con el que sueñan todas las noches las figuras. Bingo para el Juli’.
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Tanto Fraile y tanta monserga y los auténticos Fraile que deberían estar en Bilbao, los gracilianos de Carolina Fraile, toros de lidia de Herederos de Juan Luis Fraile, ahí están en Salamanca, en Cojos de Robliza esperando, sólo esperando.