martes, 10 de julio de 2012

Eurovegas


El mayoral de Javier Molina el domingo en Las Ventas

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Don José Ortega y Gasset, ese Rodríguez de la Fuente de la filosofía ibérica, creyó que España estaba invertebrada porque los españoles aborrecen la idea de seguir a alguien.
    
Un día les dio por seguirle a él, y trajeron un Régimen contra el cual tuvo que ponerse Ortega a pegar aldabonazos a los cuatro días.

    –No es esto, no es esto –dijo famosamente en su aldabonazo en “Crisol”.

    Para mí, lo más interesante que dijo Ortega en su carrera filosofal fue que para saber cómo va España hay que ir a los toros, donde todo el mundo anda con el “no es esto, no es esto”: los aficionados, porque no quieren bueyes, y los taurinos (“los profesionales”, se hacen llamar ellos), porque no quieren toros.
    
¡Así se viene a Madrid! –gritó el domingo en la plaza un aficionado ante la novillada de respeto de Javier Molina, el de la estrella de Mercedes.

    Y un figura del toreo, que veía la corrida por TV, se puso a refunfuñar en el Tuiter contra unos novillos que parecían toros y que vienen a ningunear a esos toros que parecen novillos que acostumbran despachar los figuras del Gediez.

    El Gediez es a la tauromaquia lo que el bipartidismo a la democracia: un manifiesto contra la casta (¿decimos carácter?) y un acuerdo para no volver a ver un toro (el toro que vuelve a tener raptada a Europa) en la plaza.

    No es el tamaño (los saltillos de Moreno Silva son “gremlins” y están castigados en Madrid, por terribles), sino la casta.

    -Si echan toros, ¿cómo va a haber novilleros? –dicen los aguafiestas, con cinismo mostrenco.

    Y si echan novillos, ¿cómo va a haber toreros?

    La tauromaquia murió. Viva Eurovegas. Hagan juego, señores.