miércoles, 13 de junio de 2012

Sabina

La muerte de Sócrates. Jacques-Louis David

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Para celebrar el rescate bancario, el partido del gobierno llevó a Televisión Española a Serrat y a Sabina.

    Serrat y Sabina son los Pajares y Esteso de la España avanzada.

    Serrat es el “avi” que viene del País del Tres por Ciento y quiere montar con Bankia un Nuremberg, que entre nosotros sería un Puerto Hurraco.

    Sabina es el yayo que viene del Círculo de Bellas Artes y quiere darle la cicuta a Mourinho por corruptor de la juventud.

    –Las cosas que dice y hace Mourinho no son buen ejemplo para la juventud.

    Antes, los jóvenes eran de pueblo, aprendían a leer de balde en los salesianos, iban a Granada con una beca de Franco, se hacían del Partido, tiraban cócteles molotov contra la fachada de un banco y, llegado el caso, entre la detención y un exilio en Londres, elegían, gracias a papá, Londres, donde metían en casa a etarras que resultaban ser gente encantadora que pegaba tiros en la nuca, algo que a aquellos jóvenes les parecía una cosa graciosa.

    Entonces llegó Mourinho, y ya ven: en vez de darle una colleja a Mendiluce, puso el dedo en el ojo de Tito Villanova.

    La inquina que despertaba Sócrates entre los mediocres con su famosa “mayeútica” (“¿pur qué?, ¿pur qué?, ¿pur qué?”) le costó una acusación de desacato a los dioses de su nación (hoy, los columnistas de progreso). Él, en vez de defenderse, se burló de sus jueces, y le cayó, con pena de cicuta, lo del mal ejemplo para los jóvenes, que es la tipificación que toma Sabina, que dice ser del Atleti (ese club cuyo primer presidente no militar fue policía) por solidaridad obrera.