miércoles, 25 de abril de 2012

¡Oh, Demos!

Hugh Hefner

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

    Oh, Demos, que decía el otro.

    –¡Oh, Demos, que en griego parece que quiere decir pueblo y en gallego quiere decir demonios!

    ¡Oh, Democracia, o gobierno de los Demos!

    En Francia, los Demos se llevan a Sarkozy, que es el tío que gusta a las tías (María del Carmen Chacón Piqueras llevó con él la democracia a Libia), y nos traen a Hollande, que es el tío que gusta a los tíos, aunque la última palabra la tenga Le Pen, que es el tío que gusta a los obreros.

    Tío y tía es la forma socialdemócrata de decir burgués y burguesa. ¿Y los obreros? La socialdemocracia no tiene nada para ellos, ni siquiera trabajo, razón por la cual todo el dibujo de Marx, que sólo fue un burgués impaciente, se va a tomar viento, porque en el país de la Ilustración el obreraje vota fascismo.
    
Es lo que el cinero Imanol Uribe llama “síntomas de involución”, concepto que le ha pasado por debajo de la mesa Willy Toledo, el hombre de La Habana en Lavapiés, Lavapiés para dos infantes difuntos, Anailín de la Rúa y Javier Núñez Florián, ambos de veinte años, los actores cubanos fugados cuando presentaban su película en Nueva York.

    –Mi obligación como director de cine es chupar la sangre a todo el mundo –dice el tal Uribe al hilo de su película... sobre la guerra civil.

    La obligación cubana es fugarse, y la española, chupar, como corresponde a una industria que en 2012 ha caído un 42 por 100 en la taquilla, y eso sin conocer la nueva película de Uribe ni el programa comunista para Andalucía, de donde huyen los empresarios.

    Como Hugh Hefner, que se va de Chicago a Los Ángeles llevándose el “Play Boy”.