sábado, 31 de marzo de 2012

Moscosos

Empresas que ignoran los piquetes y piquetas

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

Tengo un amigo funcionario que el 29 trabajó… solo. No por la huelga, sino por el moscoso (“día libre destinado a resolver asuntos propios”), esa apoteosis de la hipocresía progre: a los ojos de los compañeros haces huelga, pero a los oídos de la nómina, no.

Y tengo media docena de amigos periodistas en la calle: cinco están poniendo un bar (allá ellos con esa Némesis/Cicciolina de “Novecento” que es el nuevo Willy Toledo) y el otro ha puesto una escuela de lenguas con el dinero familiar, porque los bancos, después de lo de Shylock, no prestan.

A éste (a mi amigo, no a Shylock) lo visitó el 29 un piquete ugetero para informarle de la opinión que su actividad le merece al sindicato de clase: “¡Empresario! ¡Cabrón!”

Esa manada era correligionaria de un famoso consejero del Monte de Piedad del padre Piquer que este invierno le negó a mi amigo crédito para ayudar a montar la escuela. Se llama Pepe y vive como un tal: sindicalista, ugetero y con una idea de la empresa que yo no he visto en las “Empresas Sacras” del jesuita Núñez de Cepeda.

En cuanto a “cabrón” (“latine caper”), por el Cobarruvias sabemos que es símbolo de la lujuria y del demonio, en cuya figura gustan de aparecerse las brujas.

Y ahora, en la vuelta a la normalidad (sindicalistas al ocio y trabajadores al negocio), en el mismo papel de barba cuyo editorialista, escandalizado a lo Caifás, instaba a los políticos a parar la violencia (?) de Mourinho, se instruye a los lectores en el arte de la comprensión de piquetes y piquetas:

La huelga general no es una fiesta.

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