martes, 30 de agosto de 2011

Triste Almería

Pelotón de aspirantes sin definir

Francisco Javier Gómez Izquierdo

De entre el pelotón de aspirantes al ascenso a la División División del Fútbol: Dépor, Hércules, Valladolid, Elche, Celta, Cartagena, Xerez, Almería..., me voy a permitir la licencia de eliminar de la partida a este último equipo. Juanma Lillo, un eterno adolescente futbolístico, que no perderá nunca los mimos del periodismo que mira y no ve, quiso convencer a los almerienses de que con él llegaba la primavera del balompié. Explicó la lentitud de sus defensas, hablando como Cruyff:

-Debe correr el balón. No el jugador.

JuanMa Lillo, que es de una inocencia beatífica, sigue creyendo que ganar seis partidos en un año sólo es un accidente, y poner a Silva, Acasiete, Carlos García y Jakobsen a defender en el centro del campo, un principio irrenunciable en su filosofía. Cuando un entrenador habla de “su filosofía”, échese a temblar si acaba de firmar por su equipo. Pues bien, Lucas Alcaraz, el entrenador más triste que se conozca, ha ido a parar a Almería.
Lucas Alcaraz siempre tiene la “filosofía” en la boca en vez de en el alma y al club le dice “empresa” y a sí mismo se llama “empleado”. Como se sabe las palabras mágicas, a saber: “sistema” y filosofía”, también goza de pedigrí entre el periodismo. Sus equipos defienden y mandan melones lejos. Luego, ensaya faltas y saques de esquina. Si sus jugadores tienen calidad marcarán mas goles de falta que si no la tienen, pero siempre quedará en el vulgo lo bien que ensaya las faltas... El periodismo suele decir:

-Los equipos de Alcaraz están trabajados y tienen las líneas juntas. Trabaja mucho la estrategia.

Ya. Como su padre es comunista de fama, parece que el trabajo es lo que le toca a Lucas, pero un servidor, que ha visto entrenar a catedráticos como Naya, Novoa, Marcel Domingo... no ve tanta profesionalidad en este hombre triste. Siempre, al llegar al club que le contrata, espera un mes para empezar a quejarse de la plantilla corta, la falta de calidad -éel suele decir: “la calidad es la que hay”, y suelta un resoplido que quiere ser más senequista que franciscano-, las falsas expectativas, y un actuar de falso experto con mucho manoteo y mucho grito en la banda que remata en cada partido que pierde, escupiendo maldades contra los árbitros.
Lucas es de escuela filosófica totalmente distinta a la de Lillo y los aficionados almerienses van a pasar de ver jugar al ataque a su equipo contra el Madrid y el Barça, a verlo encerrado en su área contra el Alcoyano. Dentro de poco, Lucas se enfadará con Corona, Ortiz o Soriano, como se enfadó en Murcia con Pedro León, en Huelva con Adrián Colunga, ó en Córdoba con Dañobeitia... y será digno de ver cómo la prensa local defenderá al míster. Y es que la tristeza de Lucas impone mucho. Con quien estará a muerte es con Ulloa, su futbolista ideal.

En Córdoba el Almería mereció perder. Marcó a los 5 minutos en un gol chufletero y se dedicó a defender el tanto hasta que Charles empató. Javi Hervás, un chico de la cantera cordobesa que Lucas despreció el año pasado, se presentó ante el mundo del fútbol con un desparpajo impropio de un debutante y con una alopecia indigna de su edad, pero con una calidad que este humilde catador aventura demoledora. Sólo ha jugado un partido en Segunda. El año que viene jugará en Primera. Espero que no sea en enero y lo podamos disfrutar toda la temporada. Después del empate, Lucas puso a todos sus hombres en el área. En el minuto 90, Charles estrelló el balón en el larguero. Lucas ya tenía preparado su párrafo antiarbitral a recitar con el morro torcido.


Almería calentando a 33º de ambiente

Javier Hervás
Seis años en el club y nadie lo vio