jueves, 28 de julio de 2011

Entrevista a Gustavo Bueno: los indignados podrían ser los albigenses

Un presunto albigense en la Puerta del Sol
¿Pedro de Bruys? ¿Pedro de Valdo?


-La introducción que usted hace a los problemas planteados por los «indignados» que reivindican en España la democracia (y que usted compara con las reivindicaciones formuladas en distintas regiones del mundo islámico) me recuerda la afinidad entre estos movimientos y otros movimientos históricos, por ejemplo, el de los albigenses de los siglos XII y XIII, del mediodía de Francia. Los albigenses constituyeron un movimiento de gentes analfabetas, que se enfrentaron contra los señores feudales, condes o reyes de Francia y de Aragón, pero muy especialmente contra la jerarquía eclesiástica de la iglesia católica; y esta fue la razón principal de la intervención del Papa, de Santo Domingo de Guzmán. Los enfrentamientos se hacían en nombre del cristianismo primitivo y atacaban el cristianismo organizado: quemaban cruces, imágenes de santos e iglesias y se oponían a las órdenes religiosas en nombre del cristianismo, a la manera como los “indignados” se oponen a los partidos políticos en nombre de la democracia. Pero así como los albigenses (o después los valdenses, o más tarde los anabaptistas) no creo que puedan considerarse como movimientos políticos, aunque tuvieron implicaciones políticas inmediatas (al ser aprovechados por determinados señores en sus luchas contra otros), así tampoco me parece que a los “indignados” se les deba considerar como un movimiento político democrático, sino más bien como un movimiento “anarquista”. En este sentido el movimiento de los “indignados” puede tener una importancia social y política mucho mayor que si fuera un embrión de partido político; depende de la cantidad de gentes “antisistema” (generalmente jóvenes de clases medias, parados, incluso pertenecientes a clases altas) que se le pueda irse incorporando. El ideólogo francés Esteban Hessel podría así ser comparado con Pedro de Bruys, de Aquitania, o con Pedro de Valdo, hijo de un rico comerciante de Lyon. En este sentido me parece que es prematuro calibrar la importancia del movimiento internacional de los “indignados” pero, en todo caso, no debe ocultarse la posibilidad de convertirse en un movimiento de la mayor importancia para la democracia real, a la manera como los movimientos afines al protestantismo luterano, aprovechados inmediatamente por los príncipes alemanes llegaron a tener un peso decisivo en la evolución de la historia moderna (europea y americana: me refiero a la influencia del puritanismo en la democracia de los Estados Unidos del Norte de América).

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(Vía Viñamarina)