domingo, 22 de mayo de 2011

Así nos va en la Feria

La gran verdad del toreo

José Ramón Márquez


Aprovechando que hoy tocan los rejones, que yo no pienso ir a verlos hasta que los toros vayan en puntas, nos tomamos vacación y aprovecharemos para echar una ojeada rápida a lo que va de Feria.

Si nosotros fuésemos los Choperón father and son estaríamos la mar de contentos, porque podríamos decir a quien aguantase nuestra conversación que, tal y como decíamos, ésta está resultando una gran feria, en contra de lo que decían los agoreros sobre los carteles, las combinaciones y las ganaderías. Nos agarraríamos a la estadística ésa de las orejas y, blandiéndola, mandaríamos a callar a quien nos quisiese contradecir.

Para los que eso de las orejas nos importa un bledo, porque ni somos apoderados ni tenemos ninguna moto que vender, la feria sigue siendo lo mismo que cuando se presentó: en lo tocante a los toros, una colección de ganaderías sin relevancia, por mucho nombre que se las quiera poner, y una sobreexposición al encaste juampedro, que si fuese radiactivo -y no dudo que lo llegue a ser- estaríamos como los de Fukuyima; y en lo tocante a los toreros, nada que objetar, porque esto es lo que hay, salvo la ausencia inexplicable de Ponce.

Dice el refrán que no hay feria mala y, evidentemente, ésta no lo es para algunos. Creo que el mayor triunfador de esta feria, sin haberse vestido de luces ni haber hecho un solo paseíllo, va a ser, lo es ya, Antonio Matilla, gran muñidor de la tauromaquia actual, al que la carambola de Manzanares le ha salido de dulce. Ahora ya sólo queda poner el cazo y saborear la temporada, que a Matilla le sobran toros de esos que tiene en leasing para ir echándolos por ahí y ahora en el horizonte ya sólo hay pueblos. Hasta han conseguido poner nervioso y encender las alarmas de José Tomás y su equipo de marketing, que han optado por anticipar la reaparición del pétreo berroqueño. ¿Se encontrarán Tomás y Manzanares? Creo que en este año, no.

En lo tocante a los toros, sólo hemos tenido dos alegrías: José Escolar y Flor de Jara. Dos corridas encastadas, muy agresiva y violenta la primera, más atemperada la novillada. Un placer para el aficionado a los toros. De la primera, el toro Tartanero no ha sido aún superado como mejor toro de la feria.

En lo tocante a los toreros, se puede decir que los únicos que han traído retazos del toreo que nos gusta, del toreo bueno, han sido Iván Fandiño y Cid. El primero con una muleta muy dominadora, trazó muletazos largos de impecable colocación; queda con gran cartel ante la cita con los Cuadri; el segundo, a partir de la mitad de su faena del segundo día, se cruza al pitón contrario y torea, por momentos, con la gran verdad que él atesora, brillando los naturales en los que remata el pase a la cadera, donde liga el siguiente muletazo y cuando ya no puede estar porque si no el toro se lo llevaría, engancha el emocionante pase de pecho, el pase de pecho con fundamento.

Además de estos dos, de entre los toreros me queda, por una parte, la duda de si Saldívar, que tiene sentimiento y personalidad, será capaz de salirse del carril y comenzar a torear como se debe y no como casi todos, y por otra, la pena de que Manzanares haya sido tan rácano de tirarse por lo fácil y lo chocarrero, no asumir la responsabilidad que le competía, al menos en Madrid, si quiere ser una gran figura de verdad, y halagar los bajos instintos del público menos exigente o más conformista con toreo de ínfimo compromiso.
Vaya en descargo de Manzanares la soberbia estocada a recibir con la que despenó al toro Trapajoso, de las mejores que jamás hemos visto.

Y si es difícil en estos tiempos ver buenas estocadas, lo que es casi imposible es ver hacer el primer tercio con majeza, torería y dominio, y eso es lo que trajo Luciano Briceño, cuando picó al novillo Napoleón, dando sopas con honda a tantos picatoros como hay por ahí que no merecen el oro que llevan en la chaquetilla. Briceño dio una emocionante lección de cómo se monta y de cómo se pica a los toros por delante, sujetándolos y midiendo el castigo.

De las cuadrillas completas, las mejores, las de Víctor Barrio, Manzanares y El Cid, y de los toreros de plata, con todas las de la ley, Manuel Montoya, El Chano, Antoñares e Ignacio Rodríguez.

Abella, el gerente