domingo, 25 de julio de 2010

Nacionalismo, gays y fuegos: todo junto


Jorge Bustos

Varias batallas se entablan estos días en Blanes. Una de corte textil y patriótico: la de las banderas. En Blanes uno ha visto más rojigualdas balconeras que en ningún otro municipio de la Costa Brava. Claro, hay muchas más esteladas, pero esto, tal y como arde la tropa política y periodística en la región del pan tumaca, y según se presta una mitad de la población a hacer de yesca y la otra a contemplar perezosamente el incendio desde la toalla, no es ninguna noticia. La noticia es que haya blanenses que extiendan banderas de España alféizar abajo. Son mayoría en la periferia industrial del pueblo, y conforme nos acercamos al centro y a la playa campean hegemónicas las telas independentistas. Esta distribución urbana de sentimientos avala una antigua teoría nuestra sobre el nacionalismo, según la cual éste satisface una pulsión lúdica de burgueses cuya holgada posición les permite ensoñarse en ficciones políticas inasequibles al trabajador que se deja los padrastros en cadenas de montaje. Los obreros tienden al españolismo. Y si eres catalán y no eres progre y nacionalista, es como si eres escocés y no te gustan ni el whisky ni las faldas. Un desastre.

La segunda batalla que se libraba aquí era la de los gays contra las familias “tradicionales”, valga el pleonasmo. El colectivo gay de Blanes había tenido que trasladar su fiesta al municipio vecino porque el Ayuntamiento no tenía pasta este año para hacerles un hueco. Pero a un concejal -ni PP, ni PSOE, ni CiU, sino de una formación localista- se le ocurrió añadir que la promoción del turismo gay no se le antoja compatible con la del turismo familiar. Y allá van los sabuesos de la Inquisición rosa a acusar al concejal de homofobia desorejada. Sobre el terreno, ni los gays tienen motivos para el victimismo ni las familias para denunciar exhibiciones invasivas y grotescas. Niños jugando a la pala con sus padres. Alguna pareja de musculosos bajo sombrilla tornasolada. Nada del otro jueves, oigan. Son ganas de liarla. Lo mismo me dijo una policía lesbiana a la que inquirí por la polémica. “Yo misma soy del movimiento y aquí no hay ningún problema de convivencia”. Muy simpática la tía; al fin y al cabo, nos gusta lo mismo.

Y la tercera batalla empezó anoche y ofrece fuego real. Es el célebre certamen de fuegos artificiales de Blanes y compiten naciones de todo el continente. Llegará un día en que sobre esta playa se enfrenten los petardos de la nación de Granollers contra los cohetes españoles en puja por el liderato que ostenten las tracas alemanas.

(La Gaceta)