jueves, 27 de mayo de 2010

Vigesimoprimera de feria. La mejor de Samuel en muchos años


José Ramón Márquez

La ganadería de Samuel Flores se fue por el sumidero hace ya unos cuantos años. Quizás el primer toque de atención que recibimos de que aquello no marchaba lo que se dice bien surgió en una corrida que en la época se llamó ‘de los tres tenores’, con Ponce, Pepito Arroyo y Rivera Ordóñez, una gran tarde de rivalidad en quites y en rabia en la que los toreros pusieron lo que a los toros les faltó, a mediados de los noventa.

Tras unos años de mucho cartel, cuyo momento de más éxito fue aquella espléndida Beneficencia que mataron mano a mano el maestro Rincón y José Ortega Cano, cuando las Beneficencias se montaban con criterios menos festivaleros que las de ahora, los imponentes samueles pegaron un bajón tremendo. El ganadero decía por aquellas fechas que la causa del declive de su ganadería estribaba en que ‘el semental abueló’; el concepto ése de ‘abuelar’ nos hizo gracia y lo hemos estado repitiendo unos lustros como explicación al desastre de Samuel, que ha durado unos cuantos años. Bueno, pues al parecer, por lo visto hoy, el maleficio del abuelamiento parece que ya ha sido conjurado. Con excepción del segundo toro de esta tarde, que a mi gusto ha sido descastado, y del primero, que apenas se pudo ver por la bronca sin sentido que se montó, hoy ha habido cuatro toros muy interesantes con un final muy bueno para el torero, que, como suele ocurrir, fueron arrastrados con sus orejas puestas.

El cuarto toro, Trompetaco, número 56, además de medio cumplir en varas, ha sido extraordinario para la muleta; y el sexto, llamado De Velilla -y no es broma-, número 64, ha sido también un gran toro en el último tercio. La presentación ha sido más ligera que lo de costumbre en la casa, con esas cabezas tan características y astigordas de Samuel y con pesos que han oscilado entre los 524 y los 584 kilos. Una corrida seria y con algún toro muy hondo, como el Trompetaco y el Cartujillo I, imponente chorreado en verdugo, para comparar con las cabras de la de la Prensa. En general no han adolecido de falta de fuerzas, aunque el primero se protestó en demasía porque dobló dos o tres veces las manos y por mortificar a Padilla, y tampoco se han visto grandes peleas en varas, pero es la mejor corrida de Samuel que hemos visto en muchos años.

De los toreros poco se puede decir. Se pusieron a banderillear y aquello parecía una capea pueblerina. Hubo momentos en que en el ruedo estaban los tres matadores, cada uno con su par de banderillas en la mano, y cuatro peones, cada uno con su capote. No voy a decir nada nuevo de Padilla, que se ha tirado cuatro años sin venir a Madrid por meterse con el 7 -¡Eres malo, malo, malo!, ¡Padilla, malo y maleducado, eso no se hace!- Hoy ha practicado su toreo importante y casi le dan la oreja del segundo. Digo importante porque me recuerda una barbaridad al de July; vamos, que no veo diferencias sustanciales y de concepto entre El Ciclón de Jerez y el Niño Eterno. Como supongo que mañana los revistosos del puchero cargarán su artillería contra el Ciclón, que para eso está, les dejo a ellos ese inestimable honor, porque a costa de éste sí que pueden ponerse exquisitos y exigirle lo que no le exigen al otro.

Encabo lleva tiempo mal. A lo mejor su época se ha pasado, o ya está aburrido de esto, ¡vaya usted a saber! Hoy ha estado muy mal, teniendo enfrente material para estar de otra manera. Yo, de todas formas, cuando veo a Encabo me acuerdo de la faena que hizo al Adolfo en 2002, estando herido, y como resulta que hay muchas figuras que se van a ir de los toros sin haber estado jamás frente a un toro como aquél y sin hacer el derroche de hombría que hizo aquel día Luís Miguel Encabo, pues le deseo que reflexione un poco sobre su carrera, que tome decisiones acertadas y ni media palabra más.

A Iván García le ha tocado el toro de la tarde. Ha adolecido de una total falta de oficio, explicable por el hecho de haber toreado tan sólo una corrida el año pasado, y de ambición, inexplicable en alguien en su situación. Él ha visto el toro y se ha dado cuenta de las posibilidades que el animal le brindaba, tanto como nosotros en el tendido del planteamiento que ha hecho el torero, sin llegar nunca a cruzar el límite que habría hecho rugir a la plaza. Creo que con un poco más de ambición por su parte a estas horas estaríamos hablando de un triunfo grande en vez de tres o cuatro detalles. La plaza -la plaza de Madrid, tan mala, tan hostil, según parece- le trató con mimo y le empujó dándole aliento, pero creo que falló el corazón del torero. Es una lástima porque no creo que vaya a tener muchas más oportunidades como ésta. Apetece volver a verle.

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La corrida de Samuel Flores que se ha dado hoy en Madrid deja en ridículo, como si eso hiciese falta, al simulacro de corrida de toros que se montaron ayer para el tocomocho de la Prensa. O los toreros son imbéciles, o sus apoderados, veedores, conocedores, pelotas, médiums y propagandistas también lo son. Es inexplicable de todo punto que después de revolver el ‘campo bravo’ se presentasen en Madrid con aquellos inmundos desechos. Había hoy que leer la prensa para comprender que hay algo podrido en Dinamarca.