domingo, 17 de enero de 2010

ANDA, ANDA CON EL AUTE




José Ramón Márquez

Anda, anda con el Aute. Resulta que ahora, en horas veinticuatro, se ha pasado a las huestes de Don Bull y quiere los toros del Velcro, que al bicho no hay que estoquearlo, porque echa sangre y se muere. Bueno, pues ya sabemos que a uno que vive de vender sus cosas al público no le viene nada bien que se le eche encima toda esa basca de los que nos llaman ‘asesinos’, aunque ya se sabe que no es eso exactamente lo que ellos quieren decir, que el lenguaje con el uso se deteriora.

Ante la idea de que todas esas personas sensibles y que se dicen amigas de los bichos se le vayan a poner en contra, el pobre Aute ha decidido que lo mejor es poner tierra por medio cuanto antes. Y tiene su razón, el hombre, que nadie está hoy en día en condiciones de pedirle a nadie más valentía que la precisa para cruzar la calle cuando el muñequito del semáforo está aún de color rojo, y mucho menos a un menda que se gana la vida a guitarrazos, que bastante tiene él con su ‘autismo’, como dijo aquél.

De todas formas, da un poco de compasión. Pensará el pobre:

-¿Quién me habrá mandado a mí meterme en este lío?

Total, él pensaba que con sacar a pasear a Lorca, a Picasso, a Goya, eso ya era suficiente para quedar como un tío con lecturas, culto y educado, y punto. No se dio cuenta de que ahora todo cambió tras tantos años de reformas educativas de ésas, que todo empezó con Cruz Martínez Esteruelas, y luego, además, con los huesos del pobre Federico, que ni aparecen; con Goya, que un enterado escribió el año pasado en un catálogo de El Prado que el aragonés pintaba toros por el odio que los tenía; con Picasso, que para la mayoría ya solamente es un modelo de auto, pues la cosa cultural se va quedando muy huérfana y el discurso se le va viniendo abajo al pobre de Luis Eduardo, tal y como ahora ha podido comprobar en sus propias carnes, que es que nos vamos haciendo viejos y muchas veces ni nos enteramos de los estragos del tiempo.

Y si, según todos los indicios, los tiempos están cambiando, lo mejor es que, en vez de ir a ver al provecto Oliart -total, para lo que le queda en el convento...-, los de la Mesa del Toro ésa podían empeñarse en inventar cosas nuevas y modernas, tales como tratar de meter en el Gran Hermano XI (creo que van por ése) a un novillero promesa, o en llevar al Diario de Patricia al diestro R. a explicar su problema:

-Sólo me ofrecen corridas que dan mucho miedo y nunca me tocan las de Juan Pedro.
O en ofrecer una gran exclusiva de periodismo de investigación, para que alguien estudie la relación que hay entre denunciar los ciento y pico incumplimientos de la Plaza de Madrid y la concesión de premios literarios. A lo mejor por ahí se conseguía meter el rollo éste de los toros en la sociedad, digo yo.

Bueno, pero tampoco seamos trágicos. Para nuestra alegría vemos que ya comienza, poco a poco, a ir poblándose la feria taurina de Doquier. Ahora, aquí, en Luis Eduardo, tenemos a uno de los primeros abonados a las corridas incruentas que allí se darán en el sacrosanto nombre del arte y de la cultura, que en Doquier son temas que apasionan. Por eso las corridas que, de momento, se seguirán dando al modo tradicional, en plan gore para entendernos, no serán aptas para rimadores ni para gentes sensibles; solamente irán dedicadas a gentes sin estudios y que carezcan de la mínima sensibilidad precisa para decir que una perra está ‘embarazada’ y no preñada o que un toro o el buen Fundi tienen ‘cuello’ y no pescuezo.