viernes, 18 de diciembre de 2009

CHINOISERIES TAURINAS


José Ramón Márquez


Entre la patulea de gente que sale ahora que si toros sí, que si toros no, aparece un cachondo de pelo rapado y túnica azafrán, como Bruce Lee, pero sin Kung-Fu, que se llama el tío nada menos que Thubten Wangchen (Doctor Thebuthem) y que por lo que pone en la frikipedia es discípulo nada menos que del afamado Prou (‘prou’ en catalán significa más o menos ‘lo suficiente’ en español, por si esto da alguna pista). Bueno, pues a este pavo que es como Ramiro A. Calle, pero en V.O., resulta que lo de los toros le sienta fatal, como si el rollo patatero ése que se tiran los pelmazos estos de los lamas nos importase a nosotros una higa, con que si coge la piedra ésta, pequeño saltamontes, con que si la sabiduría milenaria del templo de Saolín, con que si vienen esos que van de negro a darnos una mano y a matar al maestro. Y el tío, que seguro que les dice a los discípulos que le llamen ‘hunulable maestlo’, por la convergencia con el lugar donde pace, está rabioso con lo de los toros, que habrá visto el pavo que por ahí lo mismo pilla una subvención de la Xunta, y en vez de liarla con los chinos que le dieron la del pulpo a su jefe o Papa o como se llame el menda que manda en lo del Saolín, pues la toma con los toros y ¡hala!: ¡Belmonte pel.lo!, ¡Machaquito, bol.lacho!, ¡Málquez, asesino!, ¡Vitolino, moluchelo! ¡Tolelos asesinos, que no tenel ni yin, ni yan! Pues así todo el día y luego a dar ‘lueda de plensa’ y a ‘tlincal subveción’, y en vez de montarse un restaurante como hacen sus paisanos y vender rollitos de primavera y pollo con almendras, el pollo se emplea en hacer el primavera y para demostrar que se ha imbuido del espíritu español hasta las trancas, se dedica a despotricar de lo que ni sabe ni entiende ni conoce. Si tanto le preocupa la vida y la muerte, podía preguntarse por qué dicen los periódicos que no hay cadáveres ni entierros de sus paisanos, los que honradamente se ganan la vida con los rollitos, a los que igual se lleva al otro barrio el Buda o el maestro Saolín, pero que, al parecer, nunca aparecen por el tanatorio. ¿Abducción? ¡Vaya usted a saber! El caso es que lo que es una tontería en boca de uno de Toledo, parece que es una verdad milenaria y llena de sabiduría si el que lo dice tiene los ojos rasgados, la tez amarilla y lleva una túnica con o sin calzoncillos -que esto se sabe de los escoceses pero no de los lamas-. En Leganés vive Lorenzo, el Chino. Un día, en la andanada de Las Ventas, se encaró con Fernando Gárgoris (Sánchez Dragón, por lo chino que le toca). Le dice: ¡Eh, tú. El de los libros! El intelectual ying-yang le mira asombrado. Le espeta el Chino: ¡Que sepas que yo no he leído un libro en mi vida y yo sé de tó! Sabiduría milenaria, lo mismo que el Thebuthem ése.