martes, 29 de septiembre de 2009

SIENTE UN POBRE (OMEYA) A SU MESA

Este pobre ni tiene techo ni es español ni se llama Salvador

F. J. Gómez Izquierdo*

En Córdoba capital, aún hay señoras y señores (doña Rosa Aguilar fue la primera en elevar a los altares el femenino plural) que van a misa. En Córdoba capital también hay zonas ricas, deprimidas e intermedias... En la carretera del Brillante viven los ricos de toda la vida, los ricos modernos, como Rafael Gómez "Sandokán", y de últimas se van avecindando munícipes y municipalas.
A las puertas de la iglesia del Brillante solía ponerse un hombre de barba marxista, alto, sucio y maloliente, con una cesta marrón en las manos, de las que ponen en las tabernas para el pan. A principios de septiembre, las fieles parroquianas echaron de menos a su pobre y empezaron a indagar por su cuenta. Una de las doñas acongojó el corazón de las presentes en la misa de la tarde, cuando muy solemnemente aseguró que Salvador -tal es el nombre del pobre- había muerto por culpa de dos trombosis o tres que le dieron seguidas. La pesadumbre dio paso a la caridad, y, ni cortas ni perezosas, pagaron al párroco una misa rezada y unos cuantos ramos de flores... Acabado el oficio, acertó a preguntar uno que pasaba por allí que quién era el difunto. Dadas las explicaciones pertinentes, conoció el preguntón al muerto... y allí mismo, escandalizando a propios y extraños, juró y perjuró que al tal Salvador lo llevó la policía detenido por montar un escándalo que "paqué" el día que cumplió 50 años, que no es otro que el 9 del 9 del 2009. Salvador, alicantino, grandón y barbudo, espera juicio tranquilamente en el penal de Córdoba. Dice el cura trinitario que asiste a los detenidos y presos que su colega del Brillante está que no sabe si reír o llorar...


(*Burgalés de Gamonal, donde vivió la edad dorada del Burgos de Juanito y Viteri, de quien todavía recibe uno de sus sobrenombres, hoy afincado en la Córdoba de Lagartijo, pues no se olvide que si la patilluda cara de Frascuelo podía servir de modelo para pintar al Empecinado, para esculpir el noble perfil del Gran Capitán hubo de recurrir Mateo Inurria a la mascarilla de Lagartijo.)